[Capítulo 1] El desembarque

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    —Ufff, los viajes en barco me marean demasiado.

    —No te preocupes —me dice Newt—, apóyate en mi hombro, Annie.

    —Gracias Newt.

    Ya han pasado cinco años desde la primera vez que choqué con Newt, no tan de casualidad. Durante esos años hablamos con Albus Dumbledore, el director de Hogwarts, quién movió unos cuantos hilos para que yo pudiese vivir con Newt y que él me educase en su casa.

    En cierto modo, Dumbledore lo tenía todo pensado. Él le había pedido a Newt que me recogiese en el cementerio para poder conocer el mundo fantástico. Finalmente, cuando cumplí la edad suficiente y acabe mi educación, pedí a Newt que me contratase como ayudante en su investigación de criaturas fantásticas. Desde entonces me dedico a ayudarle con los cientos de animales escondidos en su maleta.

    El equipaje de Newt se agita a nuestro lado, soltando uno de los agarres. Newt lo coloca en su sitio y pone la maleta en sus rodillas.

    —Chicos —susurra—, ¿queréis calmaros, por favor?

    Un pequeño croar resuena en la maleta.

    —Ya vamos a llegar —contesta Newt.

    —Pobrecillos, yo también estoy muy emocionada —le confieso.

    Newt me sonríe y se apoya en su maleta, divisando el horizonte.

    Estamos llegando al puerto de Nueva York, y estoy que reviento de alegría. Es el primer viaje que hago con Newt. Normalmente me dedico a viajar en su maleta, desde que descubrimos que soy una animaga, una bruja con la capacidad de cambiar su aspecto al de un animal. Yo, en concreto, puedo transformarme en un lobo con pelaje blanco como la nieve. Y hasta que conseguí controlarlo con soltura, Newt prefería que viajase dentro de la maleta.

    —Ya estamos —avisa Newt.

    Bajamos del barco por la rampa de salida. Noto el nerviosismo de Newt y le cojo la mano con cariño.

    —Despreocúpate, todo va a salir bien.

    Él me sonríe agradecido

    —Vamos.

    Nos paramos en frente de una mesa con un revisor observando nuestros pasaportes.

    —Británicos,¿eh? —pregunta.

    —Sí —afirma Newt.

    El hombre me mira esperando una respuesta, yo simplemente agito la cabeza enérgicamente.

    —¿Es el primer viaje que hacen a Nueva York? —dice el revisor.

    —Sí —repite Newt.

    —¿Trae algo comestible?

    —No —contesta Newt.

    —¿Animales?

    Newt se pone tenso y el agarre de la maleta se vuelve a soltar. "Genial —pienso— justo en el mejor momento". El revisor posa la mirada en la maleta.

    —Tenemos que arreglarla —atajo, con una sonrisa que espero que parezca lo suficientemente sincera—. No hay animales.

    El hombre me mira desconfiado

    —Déjenme revisar eso.

    Newt y yo hacemos lo que habíamos planeado desde hace unos días. Los dos nos bajamos con rapidez y fingimos darnos un cabezazo, aprovecho y pulso un botón para muggles que tiene la maleta.

    —¡Ay! —exclama Newt.

    —Lo siento —me disculpo.

    Newt sube la maleta a la mesa y el revisor la abre, encontrándose únicamente con un montón de ropa, una lupa, un viejo reloj, unos prismáticos y la bufanda de Hufflepuff de Newt. El hombre nos mira una última vez.

    —Bienvenidos a Nueva York.

    —Gracias —decimos, al unísono.

    Newt coge sus cosas y salimos despedidos a la salida del puerto

[Animales fantásticos] El secreto del lobo albino |Editando|Where stories live. Discover now