[Capítulo 6] Un Problema

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    Llegamos a una sala llena de escritorios donde los papeles vuelan sin control y las máquinas de escribir funcionan solas.

    —¿Tienen el permiso de varitas? —pregunta Goldstein—. Los extranjeros los necesitan en Nueva York.

    —Lo pedimos hace unas semanas —explica Newt.

    Goldstein escribe algo en una libreta que tiene a mano.

    —Newt Scamander y Annie... —me mira expectante.

    —Whitewolf, Annie Whitewolf —contesto.

    —... acaban de estar en la Guinea Ecuatorial.

    —Acabamos de estar un año allí —añado.

    —Escribo un libro, con la ayuda de Annie, obviamente, sobre criaturas mágicas —comenta Newt.

    —¿Una guía para exterminarlas? —pregunta Goldstein.

    Bufo indignada.

    —No —explico—, una guía para explicarle a las personas como tú porqué hay que protegerlas en lugar de matarlas.

    Ella me mira sorprendida y Newt me da un pequeño codazo para indicar que me he pasado.

    —¡Goldstein! —exclama una voz masculina.

    Ella se esconde tras su escritorio.

    —¡¿Donde está?! —exclama de nuevo el hombre—. ¡Goldstein!

    Ella muestra la cabeza poco a poco.

    —¿Otra vez interrumpiendo al equipo de investigación?

    Goldstein deja la libreta cuidadosamente en la mesa.

    —¿Dónde estabas? —pregunta el hombre.

    —¿Qué? —dice a modo de contestación.

    —¿Donde os detuvo? —nos pregunta.

    Echo una rápida ojeada a Goldstein, que niega con la cabeza. Newt se dispone a contestar, pero le doy un suave codazo, esperando que pille la indirecta: si nos callamos, quizá nos ayude.

    —¿A nosotros? —digo.

    —¿Vigilabas a los Segundos Salemers otra vez? —dice el hombre.

    —Claro que no, señor —contesta.

    En ese momento, entra en la oficina el hombre que no dejaba de mirarnos.

    —Buenas tardes, señor Graves —dice el jefe de Goldstein.

    —Buenas tardes, Abernathy —contesta.

    —Señor Graves —se apresura a intervenir Goldstein—, le presento al señor Scamander y a la señorita Whitewolf, tienen una criatura extraña en su maleta que escapó y provocó un caos en un banco.

    Se hacen unos segundos de silencio incómodo.

    —Veamos a la criatura —dice Graves.

    —Pero señor... —comienza Newt mientras Goldstein levanta la maleta.

    El hombre levanta la mano haciendo callar a Newt.

    Miro a Newt nerviosa y él me responde con una mirada aterrorizada. Si descubren a nuestras criaturas y se las llevan... No creo que pueda soportarlo, y Newt... Dios, Newt se desmoronará.

    Goldstein abre la maleta despacio, pero dentro solo hay un puñado de bollos.

    —Espera, ¿que? —dice Goldstein.

    Miro a Newt atemorizada.

    —Mierda —susurro.


[Animales fantásticos] El secreto del lobo albino |Editando|Where stories live. Discover now