[Capítulo 3] Niffler

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    —¿Puedes transformarte ahora? —me pregunta Newt mientras pasa la mirada por todos lados.

    —Hay mucha gente —contesto—. Además, un lobo blanco dentro de un banco es un poco cantoso, ¿no crees?

    Un hombre de cabello blanco y gafas cuadradas se acerca a nosotros.

    —¿Puedo ayudarles en algo?

    —No... solo estamos esperando —contesta Newt, nervioso.

    Echamos a caminar al banco más cercano, donde están el hombre ancho y la muchacha de antes.

    —Hola —dice el hombre.

    Se le nota nervioso, puesto que no para de frotarse las manos contra las rodillas. En cambio, la chica parece más tranquila, es delgada y de ojos verde claro.

    —¿A que vienen ustedes? —pregunta la muchacha.

    —A lo mismo que ustedes —contesta Newt.

    Poso discretamente la cabeza en mi mano y suspiro ante la estúpida respuesta de mi compañero.

    —¿Por un préstamo para una panadería? —pregunta el hombre.

    —Sí —contesta Newt, aun más nervioso.

    Echo la cabeza hacia atrás, cada vez más indignada.

    —¿Es en serio? —susurro, poniendo los ojos en blanco.

    —¿Quién lo diría? —dice la muchacha.

    Me fijo en que el escarbato anda no muy lejos de donde estamos y le doy un codazo a Newt para avisarle.

    —Pues que gane el mejor —dice el señor, ofreciéndonos la mano.

    Voy a contestarle con un apretón cuando Newt me agarra del brazo y me lleva a por Niffler.

    —¡Disculpen! —exclama antes de echar a correr.

    —¡Oigan! —escucho que exclama la chica—. Esperen...

    Después de eso, dejo de prestarles atención. En cambio, me centro en el escarbato, que está robándole una pieza brillante al zapato de una señora antes de  subirse a la maleta de un hombre y se balancearse hasta el bolso de otra mujer. Newt se coloca en la cola donde se encuentra esa mujer y se inclina hacia delante para observar el bolso.

    —Newt —susurro—, eso es muy cantoso.

    Escucho el caer de unas monedas justo detrás de nosotros, debajo de un banco, y aviso a Newt, echando a correr hacia el banco. Escucho el ladrido de un perro, por lo que Niffler debe seguir ahí, así me agacho frente al banco, pero no hay nada.

    —¡Aghh! ¡Por Dios! —exclamo.

    —¡Annie! —avisa Newt en la otra punta del edificio.

    Corro hacía ahí y agarro los barrotes que nos separan de Niffler, que esta en un carrito entrando a un ascensor, el cual, probablemente de a la cámara acorazada.

    —¡Oigan! —exclama alguien—. ¡Los ingleses!

    Nos giramos instantáneamente y observamos al hombre ancho y a su hermana con un huevo de occamy en la sus manos.

    —¡Su huevo va a nacer!

    Newt saca su varita y apunta a la pareja de newyorkinos.

    —¡"Accio"! —exclama.

    El hombre y la chica vienen en contra de su voluntad hacia nosotros. Nada mas tocarnos yo saco mi varita y pronuncio un hechizo de teletransportación. Mágicamente los cuatro acabamos en las escaleras interiores del banco. El huevo empieza a romperse, Newt se coloca la varita en la boca y agarra con cuidado el huevo.

    —¿Qué acaba de ocurrir? —pregunta la muchacha, estupefacta.

    El occamy sale por completo del huevo, Newt y yo nos miramos orgullosos y bajamos con cuidado las escaleras. El animal es precioso, con plumaje de color azul y lila y unos pequeños cuernecillos en la cabeza.

    —P... pero —dice el hombre—, nosotros estábamos ahí...

    Newt y yo ya estamos al final de las escaleras, él posa la maleta en un lado y me entrega el occamy.

    —Hola pequeño —le susurro.

    Newt abre la maleta y yo meto dentro al animalillo.

    —Ahora estarás con mamá —dice Newt.

    Le miro con una sonrisa, tiene los ojos brillantes, llenos de una alegría desmesurada. Los cientos de animales se agitan dentro de la maleta.

    —Silencio chicos —regaña Newt—, no me hagáis entrar.

    El bowtruckle de Newt, Pickett, sale del bolsillo de su chaqueta y señala hacia la puerta de la cámara acorazada, donde se ven los pies de Niffler asomándose y entrando dentro.

    —¡Será posible! —digo—. ¡Niffler!

    Saco mi varita de nuevo y exclamo:

    —¡"Alohomora"!

    La puerta de la cámara se abre de golpe.

    —¡Eh! —exclama un hombre detrás de nosotros—. ¿Decidieron robar el dinero, Kowalski?

    —¡"Petrificus totalus"! —exclama Newt apuntando con su varita al señor. Por desgracia, al hombre le da tiempo de activar la alarma antes de caer tieso en el suelo.

    —Tarde —le digo a Newt—, ya a pulsado el botón de alarma.

    —Da igual —dice Newt.

    —¡¿Da igual!? —exclamo, incrédula.

    —Tú entra —me ordena.

    Corro dentro y me encuentro a Niffler entre doblones de oro.

    —¿En serio? —digo—. Ven aquí.

    Lo agarro rápidamente y le doy la vuelta, dejando caer todo lo robado, también le hago cosquillas para que suelte todo lo antes posible.

    —Que te gusten las cosas brillantes no significa que puedas robarlas, pequeño —le regaño.

    Niffler sube por mi brazo y me abraza el cuello.

    —Ya pensaré si te perdono —le digo devolviéndole el abrazo.

    —Annie —dice Newt—, hay que irse.

    —¡No, no! —escucho que exclama el señor Kowalski—. ¡No disparen!

    Corro junto a Newt y le agarro la mano. Newt coge a la muchacha y al hombre, y nos teletransportamos fuera del banco.

[Animales fantásticos] El secreto del lobo albino |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora