PUNTOS SUSPENSIVOS

¿Y si actuamos?

Que seamos la sonrisa en la mente de quien nos extrañe porque no estamos ni tan jóvenes ni tan viejos para desear encuentros fortuitos que se conviertan en recuerdos preponderantes en los que la soledad, si bien tiene la plena convicción de acompañarnos toda la vida, nos permita reconocer la compañía de las buenas y nuevas mentes que recorren caminos que nosotros tocamos.

Que dejemos de pensar en la soledad como un arma de doble filo y esa sea la técnica contundente de la vida para decirnos de muchas maneras que la pertinencia del tiempo, de las miradas y experiencias puede ser la que haga fluir el ritmo en el que marchamos.

Que no solo seamos nosotros quienes entendamos cómo funciona el mundo, que sea el mundo el que nos golpee para hacernos entender la realidad tortuosa o magnífica que necesitemos conocer y con resulte una simbiosis de la que rescatemos lo que debamos.

Que no busquemos soluciones inmediatas, que saboreemos los problemas mientras miramos desde todos los ángulos las posibles salidas, que soportemos la incertidumbre y abramos el campo a la intuición para que la inteligencia sea al final, simplemente una buena conversación.

Que recordemos nuestras decisiones y actuemos según nuestra voluntad una vez asumido el riesgo pues no hay nada más cobarde que ocultarse bajo la capa de la ignorancia para olvidar que somos caudillos de alguna revolución social que nos pertenece.

Que se rompan los corazones para que las heridas sanen y demuestren su fortaleza y que enamorarse deje de ser común, que sea tan extraño como encontrar esa historia compartida, que sea tan enteramente extraño que permita encontrar algo nuevo cada día mientras se lee una historia de amor.

Que nos miremos y seamos tan sinceros como sea posible mientras el mundo se derrumbe, que hagamos tanto y más para ganarle a la codicia y premiarnos con la generosidad y que lleguen a nosotros las ganas de romper los esquemas y llenarnos de inmensidad para conseguir lo que anhelamos.