Revertir el camino

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Lejos, muy lejos de donde nace el amor, nacen las personas. Y así, muy lejos de donde él creía estar, ella creía encontrarlo sin creer que terminaría por encontrarse a sí misma. Esos abrazos y besos que solían venir acompañados del vaivén de la soledad se fortalecieron cuando decidió repetirlos en ella y no en lo que nunca vendría, porque empezó a reconocer que la dependencia de los mundos no debía ser la misma que está en los corazones que resultan, en su mayoría, no ser compatibles.
Y sin que nadie criticara o contara sus pasos, esa sonrisa inquieta empezó a vivir en el aire y a matar desiertos de tristeza en la tierra. Veía desde el balcón de sus pupilas como la gente se peleaba por esa felicidad ilusoria que creían encontrar en los otros, ella solo se limitaba a mirar, un par de risas quizá, pero las imágenes quedaban en ella, solo eso.
El peligro la regresaba a su origen, la vida borrosa a su reincidencia y la indecisión a la guerra, cada una de esas tres se enfrentaba ahora a la necesidad de libertad, esa que necesitaba más que respirar después de haberse dado cuenta de la podredumbre que la rodeaba. Y ahora que podía elegir, que tenía en sus manos la capacidad de pisar en diferentes direcciones, de nuevo recurría al amor, pero sin quejas, sin obligación a repetir historias vagas, repetía el camino arriesgándose al cambio.
Porque para ella y para todos, el mismo camino está permitido aunque las curvas sean mentirosas y el tráfico doloroso. Los silencios pueden ser re-ubicados para que se vuelvan parte de la prudencia y los gritos pueden convertirse en alertas. Así, ella eligió el mismo camino cuando supo que hay muchas maneras de olvidar rescatando el verdadero sentido de los pasos que habría dado antes.
Y el destino empezó a ensanchar sus puertas mientras el hielo de los recuerdos se derretía con el calor de su corazón que ahora latía con más fuerza. Empezó a amanecer con más claridad, las nubes dejaron de lastimar el cielo y el sol acariciaba las montañas con suavidad. Sus pensamientos empezaron a reconocer al amor como algo cercano aun cuando nunca dejó de ser de otro mundo y su alma permitió que las lágrimas fueran de felicidad, esa que no existía antes.
De todo eso quedaron nuevas huellas que ahora dejaba en la piel de otros, porque ese camino ya era diferente, las marcas ahora las dejaba ella, no la marcaban como solían hacerlo y las cicatrices ya no estaban. El espiral que antes hundía todo ahora le devolvía eso que le debía, amor.  

PUNTOS SUSPENSIVOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora