04. ¿No tienes miedo de mi?

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Su cabello se mueve con la brisa y arrastra su mano por encima de el para domarlo.


¿Qué hace aquí? ¿Por qué está acercándose a la puerta de mi casa? Oh maldición, va a tocar. A grandes pasos me deslizo entre la habitación, el pasillo y las escaleras tropezándome con mis propios pies, he llegado tarde. Mi padre ya está ahí, me asomo tan cerca cómo puedo y ellos me notan.


—Este muchacho dice que ha venido a verte —Habla mi padre con un entrecejo—. Y cuando te digo que estás castigada, absolutamente nadie puede entrar por esa puerta.


Me da una ojeada dura y yo observo a Harry, ahí de pie con una sonrisa tan grande que no le entra en los labios. Todo se le hace divertido. ¡Bastardo!

Quisiera que ahora mismo la tierra me succionara y me escupiera en Sur América.


—Lo siento. —Es lo que únicamente logro pronunciar antes que mi padre cierre la puerta en sus narices, que vergüenza.


—A tu habitación ahora mismo, Anna Rose.


¿La vida podría ser más injusta conmigo? El universo estaba en mi contra, sin reproches subí a mi habitación y me asome a la  ventana, el auto había desaparecido. Para decir verdad este tipo debía estar en grandes mafias que impliquen mucho dinero para tener un auto así, que podría patear el mío en un segundo.


Me cambio de ropa en unos breves minutos y me quedo en camiseta y pantalones de algodón, hago clinejas en mi cabello mientras observo por el reflejo del espejo.


Me regocijo en un pequeño rincón de la ventana donde la luz de la luna no puede dar, observo las hojas de los arboles moverse de un lado a otro.

Las luces encendidas de los postes hacen el reflejo de una silueta que podría ser masculina trepar en mi ventana, pero estoy tan atrapada observando sus movimientos que no me doy cuenta que verdaderamente alguien realmente está tratando de entrar a mi habitación.


¡Oh Dios Mío! ¡Oh Dios Mío!


Mojo mis labios y ellos tiemblan, la misma silueta está a segundos de caer sobre pie en mi habitación y busco cualquier objeto en mi defensa.


Una pequeña lámpara de mano. Trago saliva y camino en puntillas mientras la poca luz está a mi favor. Sus pies caen en el suelo duro de madera y la lámpara en mis manos sobre su espalda segundos después, haciendo que su cuerpo cayera de rodillas.


La tenue luz mostraba unos cabellos semi ondulados, unos brazos cubiertos de tatuajes que yo reconocí ágilmente.


¡Jesús!


—Oh Dios mío, lo siento tanto.


El eleva su vista, y lleva sus hombros hacia atrás adolorido. Me mira y suelta una carcajada.


—Sigues pegando como niña.


—Sigo siéndolo. —Suelto ofendida.

Heaven [ Harry Styles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora