.
.
.

Milagrosamente habían escapado de las garras de Chisaki, pero sabias que no duraría demasiado, tenías mucho miedo de que el siguiera lastimando a más personas.

–Hola.

Levantaste la mirada encontrandote con el rubio, que al parecer se llamaba Mirio Togata.

–Están bien ahora, no hay nada de que temer.

Desviaste la mirada sabiendo que eso no era cierto. Su Salvador había perdidos sus poderes gracias a esa bala y por más que desearas que se pudiera revertir, Eri no podía, no a su edad.

–Oye, eso no fue su culpa.

–¿Qué te asegura que estamos pensando en eso?

Acariciarte los cabellos de tu hermana dormida. Se encontraban en una oficina, al parecer estaban tratando de descubrir que hacer con ustedes.

–Vaya, si sabes hablar.

Mirio sonrió ampliamente a lo que tu te sonrojaste.

–Claro que si. No soy muda.

–Por un momento lo había creído. Debes ser tan tímida como Tamaki.

Lo miraste extrañada sin saber bien de lo que estaba hablando. Se sentía tan normal, tan tranquilo, que asustaba.

–Me alegra que ambas estén bien.

Esas palabras hacían eco en tu cabeza.

–Mientes. Jamás estaremos bien, no con ese hombre suelto, no con gente queriendo hacerle daño a Eri.

Reaccionaste sin siquiera pensarlo. Ese sentimiento de culpa seguía en ti.

El chico se levantó y cargó a Eri, que seguia en su profundo sueño, y la llevó hacía algún lugar del edificio.

–¿A donde crees que la llevas?

Lo seguiste con cautela. La verdad no sentías que les iba a hacer algo malo, así que te dejaste llevar, solo por esta vez.

Llegaron a una habitación para luego tocar la puerta de esta y un hombre, algo demacrado, se presentó ahí.

–¿Que sucede?

Miro a la niña en brazos del rubio y captó la indirecta.

–Bien, los quiero en un par de horas acá.

–Gracias Aizawa-sensei.

Te alarmaste un poco al ver que el hombre se llevaba a tu hermana, pero un leve apretón en tu mano izquierda hizo que te calmaras al instante. Mirio había tomado tu mano para hacerte saber que todo estaba bien.

–Vamos a divertirnos.

Caminaron por el lugar llevándote de salón en salón hasta llegar a la salida del edificio.

–Próxima parada, el centro comercial.
.

.

.

Al llegar a el lugar, Mirio sa había pasado visitando tiendas, buscando un par de conjuntos acorde a tu gusto. Habían veces en las que reías al ver tal concentración que tenía él en una simple prenda de vestir y él también río cuando llegó el momento de que escogieras lencería. Te había parecido demaciado vergonzoso, pero divertido al fin y al cabo.

Al finalizar su rutina decidieron tomar unos helados y caminar de regreso a "casa".

Jamás te habías divertido así, ni siquiera cuando eras niña y tenías miedo de que solo fuera una simple ilusión.

–¿Sabes? Aún no me has dicho tu nombre.

Lo miraste asombrada, ni te habías dado cuenta. ¿Como habían pasado todo un día juntos y el ni tú nombre sabía?

– (T/N).

Dijiste con simpleza a lo que el asintió con una sonrisa.

–Me gusta. Digno de ti.

Ladiaste tu cabeza a lo que él se detuvo. Acerco su mano hacía tu cabeza, a lo que tu, por acto de reflejo, cerraste los ojos, recordándote a lo que siempre hacía Chizaki, pero solo conseguiste una caricia, un cálido tacto entre otra piel y la tuya.

–Has sido muy valiente. Ahora nos toca a nosotros.

Tus ojos se aguaron, haciendo que brotaran pequeñas lagrimas de ellos, mientras te acercabas y tomaste su camiseta entre tus manos.

–Dime que no es una mentira.

Susirraste lo suficientemente fuerte para que él te escuchara, mientras rodeaba tu cuerpo con sus brazos.

–No miento.

–Que me protegeras a mi y a Eri.

–Lo haré, con mi vida.

Levantaste tu mirada, para que te mirara directamente a los ojos.

–No... con tu vida no. No te perdonaré si mueres.

Él se impreciono levemente, para luego sonreír de manera dulce.

–Es una promesa .

Te abrazó. Pudiste sentir como los pedazos de tu roto corazón se armaban poco a poco, dándote aquel mensaje que siempre habías querido recibir: no estás sola, alguien puede quererte.

–¿Puede un monstruo ser amado?

Preguntaste sin pensar, pero ya era muy tarde, la pregunta había sido hecha.

–Créeme, no eres un monstruo. Y si lo fueras... yo me encargaría de amarte por todas las personas que deberían hacerlo.

Cerraste los ojos. Sentías una felicidad increíble... EL TE AMARIA y eso nadie lo podía cambiar, ni siquiera Chizaki, por que él, de una manera u otra, te lo había prometido.

Sonríe...

Escenarios y one-shots ||BNHA x Tú||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora