–¡Te amo!¡Por favor, sale conmigo!– lo miraste sin saber exactamente qué hacer. Todos los observaban detenidamente esperando tu respuesta... y al frente tuyo estaba tu mejor amigo de la infancia; Denki Kaminari.
–D-Denki, yo sólo te... te veo como un amigo.
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Su cara fue tan cómica pero no reiste solo por la seriedad del momento además de que se veía un tanto deprimido, pero su expresión cambio rápidamente a una llena de determinación.
–Haré que te enamores de mi.
Dijo sin más mientras se daba la vuelta sin dejar que diera alguna respuesta sin saber que eso sería el inicio de toda esa odisea. . . .
–¡TE AMO! –Kaminari grito desde una mesa de la cafetería con un ramo de flores azules, tus favoritas, para ser precisos.
Tu no podías creerlo, estabas tan roja como el pelo de Kirishima, llena de vergüenza.
–Denki, bajate de ahí. Estas loco.
–Loco por ti, amor.
Tapaste tu cara con vergüenza y corriste hacia tu mejor amiga Jirō, sabías que ella te ayudaría. . . . Que equivocada estabas.
–¿Por qué no le das una oportunidad?
–Por Dios, Jirō, nos conocemos desde los 10. No puedo creer que me vea de otra manera que no sea como su hermana.
–Yo veo muy bien que está demasiado loco por ti, hasta se está esforzando por luchar.
–Créeme, lo conozco muy bien como para decirte que es muy persistente. La última vez lo encontré a las dos de la mañana en mi casa.
–¿Cómo rayos entró a tu casa?
–Mi mamá le dio una copia de la llave.
Escondiste tu cara entre tus manos, tratando de despejarte aunque sea un poco.
No podías tomarte enserio sus declaraciones a decir verdad, eran tan extravagantes que te parecían un juego, y si era así, tendría que mover cielo, mar y tierra para que lo perdonáras por darte tremendo susto.
–La traición de tu familia.
Jirō se rió en símbolo de burla, ganándose una mala mirada por tu parte.
–Desde que tengo memoria, nuestras madres siempre nos emparejaron. La mía ahora está alucinando en colores por la noticia y se puso más insoportable.
– Que tierno.
Rodaste los ojos, ya era la enésima vez que escuchabas eso, si que te levantaste de tu asiento para tomar tus cosas e irte. No tenías ganas de tomar la siguiente clase, así que aprovechando que Mic-sensei todavía no llegaba, corriste hacia el patio, evitando las preguntas de Jirō.
Al llegar a tu lugar secreto de la Academia, desidiste usar tu kosei.
[Kosei: "Spider web". Puede sacar "tela de araña" de distintos metales, de la punta de sus dedos volviendolas grandes conectores de energía.]
Sep, eras compatible con tu mejor amigo en todo aspecto. Ni siquiera tu misma sabías por que no lo aceptabas... las verdad es que si. No querías perder su amistad por alguna estúpida disputa de pareja como lo habías visto en muchas de tus antiguas compañeras de secundaria.
Suspiraste mientras estabas recostada en la red que había hecho con ayuda de los árboles que estaban a tu alrededor, mirando las nubes, como siempre hacías cuando estabas algo desorientada con algún tema en específico.
Querías mucho a Denki y reconocidas que era un amor de persona, pero tenías miedo de que tu mejor amigo se alejara de ti.
–¿Puedo sentarme a tu lado?
La voz del susodicho te saco de tus pensamientos, haciendote dar un leve respingo en tu sitio. Lo miraste mientras asentías.
El realizó la acción en silencio, para ponerse de la misma manera que tu.
–Eres maravillosa.
Ese comentario tan inesperado te saco un leve sonrojo.
–¿De que hablas Denki? Estas loco.
–Además humilde. Siempre sacas más cosas para que me enamoré más de ti.
Era la primera vez que decía cosas tan románticas sin parecer un idiota, y eso te estaba afectando gravemente.
–¿Y-y que serían las otras cosas?
–¿De verdad quieres saber?
Asentiste en silencio.
–Prepara una lista, por que será largo.
«Me gusta cuando te concentras por empiezan a salir tus pequeños hábitos a flote, esos que sólo yo reconozco. Como cuando te muerdes la lengua o empiezas a jugar con el lápiz. También cuando se te achinan tus ojos cuando te ríes y empiezas a jugar con tu pelo cuando estas nerviosa... como ahora.
No te habías percatado de que lo estabas haciendo hasta que el te lo menciono, cosa que te impresionó por que no tenías ni idea de que él te prestara tanta atención como tu a él.
–También me gusta la confianza que tenemos, ya que muestras como eres realmente y odio cuando algún idiota te hace llorar. (T/N) ellos no merecen tus lágrimas.
–¿Es todo?
–Hermosa, si te dijera todas las razones por la que me tienes loco, necesitaríamos otra vida.
El río levemente, mientras tu te sonrojarse como un tomate.
¿Quién diría que el idiota de tu mejor amigo podía llegar a ser tan romántico y tan serio? Definitivamente era una faceta fascinante de él, una que te gustaría ver más a menudo.
Él sin previo aviso tomo una de tus manos y empezó a acariciar tus nudillos con su pulgar, provocando mil sensaciones por todo tu cuerpo y tal vez... sólo tal vez, podrías llegarle a dar una oportunidad a esa extraña relación.
