Capitulo 15

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11:05 p.m.:

Siete horas y cincuenta y cinco minutos para que finalice La Purga:

-Maldito bastardo- Piscis golpeó la pared con la palma de sus manos pretendiendo descargar toda su frustración en ese pequeño acto.

-Cálmate Cis, ya veremos como encontrar a Toribio, créeme- Acuario parecía ser una fuente de tranquilidad, pero por dentro estaba hirviendo de rabia, ya se imaginaba que ese imbécil le fastidiaría la vida tarde o temprano.

Aunque realmente no lo veía capaz de hacer algo malo, de hecho parecía bastante estúpido, e infantil. Lamentablemente había aprendido que era imposible pretender conocer a alguien solo por verlo algunos días en toda tu vida. 

Suspiró con algo de cansancio, lo último que hubiera querido aquella noche era tener que lidiar con un gato fugitivo y, posteriormente, un secuestrador. Solo quería que todo acabara, en ese puto instante.

-Tenemos que seguirlo- la voz del pecesito irrumpió en sus pensamientos -Eso dijo, ¿no?, hay que seguirlo, es lo que quiere- el chico se oía muy seguro de sí mismo, pero Acuario intuía que por dentro estaba temblando como un pequeño copito de nieve, era lo que le daba ternura de ese chico. Un niño pequeño en un cuerpo niño grande.

-Tienes razón- el mayor de ambos (en edad, no en altura) comenzó a avanzar a paso lento y sigiloso, seguro que Aries quería tomar represalias por haberlo rechazado tanto tiempo y ahora los conduciría a ambos por un camino peligroso y lleno de asesinos en masa.

Ambos comenzaron a moverse, preguntándose como diablos volverían a conseguir el rastro del chico, solo sabían por dónde se había ido. 

Aunque sus dudas fueron aclaradas con suma rapidez, pues a solo dos cuadras un rastro de sangre y pelos de gatos les daba la bienvenida. Frenaron en la entrada de un callejón que parecía unirse a otros tantos, el problema con el bajo mundo de esa ciudad es que era enorme e inextricable.

"Hey!, apresúrense, y sigan el rastro de la muerte" la frase era corta y estaba decorada a los costados con dibujos de huellas de gatos, el Ariano parecía tener un verdadero fetiche con esos animales. Al pie de la pared podían apreciarse varios cadáveres mutilados de aquellos peluditos. 

Acuario fue el primero en ponerse en acción y comenzó a arrastrar a Piscis que, nublado por las lágrimas, poco podía ver. Realmente era asqueroso, morboso y desagradable. Es decir, él conocía a Aries en su día normal, en el día a día y jamás se veía capaz de matar a una mosca, después de todo que tan malo puede verse un maestro jardinero que parece adorar con toda su almas a los niños.

En cuando esa noche terminara le diría a su hermana que sacara a su sobrino de ese condenado lugar.

Un maullido retumbó entre los callejones y fue seguido inmediatamente por una risa demente que les dio una pista acerca de qué tan lejos estaba su objetivo; sin apenas pensarlo los dos signos se lanzaron de lleno al otro pasillo que daba directo a una de las avenidas más grandes.

-Oh mierda- murmuro Piscis, siendo el primero en reaccionar tironeó a Acuario hacia un costado, escondiéndose de la mirada de aquellos sujetos.

Eran un docena, o más. Tenían trajes amarillos como si trabajaran en una central nuclear, pero algo cambiaba, la máscara que solía ser totalmente negra tenía pintados ojos rojos, todos deformes pero eran ojos. Una marca típica entre el grupo Leti.

En cuanto a los que había en el callejón...

Varias barras de metal sobresalían de manera perpendicular al suelo, como si se trataran de mástiles, solo que en vez de colgar banderas había personas atravesadas por estos, el palo entraba por el área de sus genitales y sobresalía por dentro de su boca, lo peor era que algunos cuerpos aún tenían fuertes espasmos mientras abandonaban la injusta vida que les había tocado.

-Es un empalamiento- murmuró Acuario para sí mismo.

Las víctimas eran fáciles de reconocer, todos pobres, sus ropas te lo decían. Algunas mujeres aún lloraban en el suelo, pidiendo por sus hijos, o que por favor las dejaran, pero todos los allí presentes (incluidas ellas) sabían que a las siete de esa misma mañana, cuando todo acabara, serían vendidas a las numerosas redes de trata que pasaban por la ciudad.

Una chica, de no más de dieciséis años se zafó de sus captores y salió corriendo, en dirección a Acuario y Piscis. Era seguro que su intento de huida había sido apropósito, cualquiera de ellas prefería que una bala le atravesara el cráneo antes que tener que soportar aquél destino, en efecto eso fue lo que sucedió. Su último recuerdo sobre ésta tierra fue el rostro de Piscis llorando por ella mientras Acuario lo consolaba.

-Tenemos que irnos- murmuró Acuario al ver que uno de los tipos se acercaba para verificar que estuviera muerta.

Ambos se levantaron y huyeron hacia el callejón más cercanos, que daba paso a una de las tantas villas internas y casi subterráneas que poseía la ciudad.

-Cis, mira- señaló el signo de aire, otro altar de animales muertos se hacía presente y les indicaba que Aries había estado allí hacía pocos minutos.

Apuraron el paso y, ésta vez, comenzaron a seguir huesos y pedazos de cuero de animal. En su camino observaron el caos y la destrucción.

Había cientos de casas, todas apiladas unas sobre otras, causando un amontonamiento asfixiante, parecían edificios mal construidos, conectados por una serie de pequeños puentes de madera y cables de acero. El terreno iba en declive, por lo que los signos debían moverse con cuidado, tratando de caerse, era bastante complicado (un poco más y podían apostar que la sub-ciudad tenía sus cimientos sobre una sierra.

-Asi que por esto le llaman subterránea- murmuró Piscis, al ver que poco a poco quedaban bajo tierra.

-Sí, es un pozo, en riesgo de derrumbe- puntualizó Acuario -¿Viste ese "techo"?- señaló a lo que parecía tapar la ciudad -Son chapas, millones de chapas, todas servían como techos de los primeros pobladores. Luego hubo una sobrepoblación, cuando cambió el gobierno muchos se quedaron sin trabajo, entonces la clase trabajadora comenzó a migrar hacia las villas que eran las únicas que les tendía la mano- un pequeño ruido se oyó, pero solo era una rata -Poco a poco se fue llenando de casas, pero era una al lado de la otra, parecía un barrio, un barrio en desnivel, porque eso era este lugar. Cuando el espacio ya no bastó las casas comenzaron a edificarse sobre las otras, las chapas de los techos se fueron elevando, hasta que cada uno de los bloques tuvo seis pisos de alto.  Y bueno, se obsesionaron con formar una ciudad "subterránea"- hizo una pausa y finalizó -Pero todo esto es inestable-.

Otro ruido se oyó, un poquito más fuerte. Voltearon hacia la izquierda, encontrándose con un moribundo que se arrastraba con dificultad.

Ambos chicos abrieron los ojos algo pasmados, el cuerpo tenía brillantina pegada en el lado derecho, mientras que en el derecho habían cosido tela para peluche a la piel. El hombre estaba semidesnudo y no tenía lengua. Sus dedos estaban reventados y las agujas atravesaban su labio inferior.

-Ayudaa- rumoreó con el poco aliento que le quedaba -El niño rubio, es malo. No un ángel- seguía murmurando -Y está loco-.

...

1211 palabras.

AAAAAAAAAAAAAAAAH, espero que es entienda la descripción de la ciudad, traté de no alargarla mucho, porque sino no se entiende nada :v


Doce Horas Para Sobrevivir [Zodíaco] {Yaoi}Where stories live. Discover now