Capitulo 11/1

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9:01 p.m.:

Dies horas y cincuenta y nueve minutos para que finalice La Purga:

-Tal vez no tendría que haber salido corriendo- murmuró el pequeño niño rubio mientras sacudía de una lado al otro su arremolinada mata de precioso cabello dorado, tratando de quitarse toda la tierra que había juntado. Ese golpe dejaría una dura marca.

Sabía de memoria que ahora, como mínimo, Aries le propinaría una golpiza. Por inmaduro e impulsivo.

Pero, la única cosa en mente del pequeño era la casa de tejados rojos.

9:09 p.m.:

Aries no pensaba en continuar correteando a diestra y siniestra a un niño encaprichado con los juguetes.

Menos aún cuando se trataba de Géminis, el rubio sabía defenderse solo.

Aprovechó las distracciones de Capricornio, quien iba en su propio mundo murmurando cosas por lo bajo y se quedó atrás. Suponía que la Cabra debía tener varias preocupaciones, de lo contrario jamás lo perdería de vista, después de todo era aterradoramente parecido a Virgo cuando se lo proponía, pero gracias a Dios ellos no se conocía, de lo contrario su vida sí que sería miserable.

Miró a ambos lados y se halló con aquellas bolas de pelos inmundas que hacían que todo el barrio en el que vivía fuera asqueroso.

"Gatos" pensó con una sonrisa cínica y sintiendo como la maldad invadía cada fibra de su cuerpo.

Como era de esperarse Géminis había previsto la necesidad de Aries, por lo que el signo de fuego encontró aquello que avivaba a su elemento. Nafta.

Abrió el pote que traía y se acercó con un increíble sigilo a los animales. Estaban todos apiñados en un enorme contenedor, mientras jugueteaban entre la mugre.

Rápidamente lo vertió sin ningún cuidado o remordimiento sobre los pequeños seres, para luego tirar una cerilla.

Sus ojos se iluminaron de felicidad y comenzó a dar pequeños saltos de alegría mientras oía los espantosos maullidos de dolor que proferían esos "monstruos".

Uno de todos ellos, en medio de su desesperación logró salir, por lo que Aries -con una gran sonrisa- comenzó a perseguirlo, dispuesto a degollarlo.

Entonces sucedió.

Un cuerpecito gris oscuro pasó por delante de sus pies con extremada velocidad, haciendo que Aries perdiera el equilibrio y cayera.

-¡QUE VENGAS TORIBIO!- oyó la voz de un chico.

-¡Piscis ya cállate!- otra voz más.

Una sonrisa psicópata se formó en su rostro y sus ojos azules centellaron ante la idea de otro asesinato.

Se levantó y ocultó su presencia detrás de un enorme árbol de mandarinas.

Ya planificando el homicidio de aquellas dos siluetas que corrían a lo largo de la calle comenzó a moverse entre los numerosos árboles que tenían lugar en cada jardín de la cuadra.

Agradeció tener una complexión delgada y con poca musculatura, los troncos lo volvían, casi, invisible.

Continuó avanzando, hasta que las dos figuras se detuvieron por completo, asomó medio rostro y contempló a sus próximas victimas, ya deleitándose al oír sus gritos, con un placer morboso.

Mordió su labio inferior, de forma sensual y excitante como solo él sabía hacerlo y pasó los dedos por el filo del cuchillo que sostenía con la mano derecha, dejando una fina abertura, permitiendo la salida a una pequeña cantidad de líquido rojo.

Salió de su escondite y enfiló con seriedad hacia aquellos dos sujetos...

Y todo hubiera salido bien, si Aries no hubiera prestado atención a uno de los dos.

Su corazón se detuvo e inconscientemente su cuerpo buscó un nuevo escondite.

-¿Qué carajos haces aquí?- se interrogó a sí mismo, aun sabiendo que el cuestionario realmente era para aquel bonito chico de ojos azules.

Aries no solía ser de aquellos que tuvieran necesidad de ponerse en pareja, para él era la noche y ya. Y tampoco tenía necesidad alguna de quedarse demasiado tiempo con el "azuladito" solo quería jugar con él por una noche.

El problema arrancaba en que el "azuladito" no lo quería ver ni en figuritas; y que además era un completo insensible (según Aries).

El ariano reflexiono en qué debería hacer, pues su cabeza se había tildado. Enfrió el cerebro y pensó en la otra silueta, un chico bastante grande, principalmente alto. Y que parecía estimar mucho a su pequeño gatito.

"Bingo".

Se incorporó del suelo y tomó carrera, interceptando a los dos chicos y luego al animalito, quien se había subido a un cobertizo.

-Lo bueno de los barrios privados, es que puedes treparte de donde quieras- murmuró sonriendo con astucia, mientras ganaba velocidad con aquella improvisada carrera lejos de los ojos de los dos chicos.

Había llegado muy lejos con salto en alto en secundaria, y sus piernas aún se conservaban con la misma vitalidad que en aquél entonces.

Justo cuando se hallaba a dos metros de estamparse con la pared saltó y se aferró a la canaleta de la pequeña estructura. Un impulso más con los brazos y eso bastó para escalarla. Ya en el techo sacudió sus manos y el traje de Géminis.

Miró al pequeño ser y lo tomó entre sus manos, sorprendiendo a los dos chicos que no habían advertido su presencia.

-Tú, ni te atrevas a hacerle algo a mi gato- amenazó el castaño, estaba muy enojado, pues las venas se le marcaban con fuerza en el cuello y una le sobresalía en la frente.

-¿Y sino qué?- Aries sabía a simple vista que el chico probablemente le sacaba una cabeza, pero en ese momento ya no estaba en sus cabales, la locura volvía a tomar rienda de su mente, y esta vez no lo iba a dejar.

-Te partiré el jodido rostro- respondió.

-Owww y cuéntame niño, ¿Cómo vas a hacerlo sino estás acá?- Pisó el suelo del techo con fuerza Y gesticulaba con fuerza y de forma exagerada mientras unas discretas risitas comenzaban a escaparse de sus labios. 

-Eh, deja ir al gato. Si tienes algún problema baja y resolvamoslo con se debe- Acuario comenzaba a imponerse.

La voz de ese chico siempre lo volvía loco.

-Nooop- por alguna extraña razón esa negativa le había salido como si estuviera jugando a ser un niño malcriado y desobediente que se enfrentaba a sus padres.

-¡Baja!- exigió el dueño del gato, al tiempo que sacudía su cabello ondulado y le clavaba sus ojos claros encima.

-Atrápenme- murmuró divertido, y dando laves saltitos infantiles como si eso le sonase divertido (Géminis comenzaba a corromperlo) -Atrápenme o morirá- advirtió, sabiendo de antemano que Acuario respondería a la "oferta".

...

1071 palabras.

Doce Horas Para Sobrevivir [Zodíaco] {Yaoi}Where stories live. Discover now