Capítulo 3

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-Levántate, vamos. -Maddie se quejó, tomando a Vee de la mano. 

-No estoy segura de querer ir. -murmuró la pelinegra. Su amiga siguió estirándola.

Maddie era una de las pocas personas con las que salía regularmente. Era la única amiga del instituto que mantenía. Desde que había abandonado la escuela, decidió dejar de hablar con todos sus amigos ahí, pues al haber sido casi obligada por Laura a dejarla se sentía muy mal cuando hablaba con ellos.

-No estoy segura de quiénes irán, no tengo nada qué ponerme y sinceramente no me importa estar ahí. Ni notará mi presencia.

-Por eso me vas a acompañar a que compre, de paso compras algo lindo. Si el dinero es el problema, yo pago. Y te aseguro que si compramos lo adecuado, será imposible que no lo haga. -una entusiasta Maddie insistió. Vee la miró mal.

-Sabes que no es eso. -negó. La mirada en su amiga reflejaba que no se iba a dar por vencida, así que se rindió ella. -Está bien, vamos.

Las chicas se pusieron en marcha hacia las tiendas de ropa que había en el centro de Riverdale, pues no quedaba lejos de la casa de Maddie. Podría decirse que Vee estaba algo lejos de la suya, pero seguía siendo el mismo distrito, al fin y al cabo. Apenas llegaron a las tiendas, Maddie hizo que la pelinegra se probara infinidad de vestidos para que acudiera a la fiesta a la que Chris le había invitado; celebraba su cumpleaños número treinta y uno, y Vee estaba segura de que ella no iba a ser nada especial ahí, por lo que no quería ir.

-Dios mío. Ese es. Te lo llevas. -Maddie miró con la boca abierta a Vee. -Hoy rompes uno o dos corazones, amiga. Tenlo por seguro.

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El taxi dejó a Vee frente a la casa de su jefe, ella miró boquiabierta la casi mansión que se encontraba frente a su persona. Contrario a todo lo que parecía, Chris venía de una familia adinerada y la misma era dueña de distintas tiendas en Manhattan, los bares eran cosa exclusiva de Chris y su hermano. Al entrar por la puerta principal se dió cuenta de la magnitud de la celebración, había muchísimas personas y se alegró de poder encontrar a Sky entre todo el gentío.

-¡Viniste! -exclamó la pelirroja. 

-Vine. -respondió Vee sonriendo. -Y más vale que no me dejes sola, no conozco a nadie.

-Claro que no, tonta. Kia y los muchachos están por acá, vamos. -le tomó la mano y la hizo caminar entre las personas que comenzaban a ocupar la pista de baile. -Mírate, te ves espectacular. -mencionó, mirándola mientras aún caminaban.

-Gracias, tú igual. -fue todo lo que dijo, hasta que llegaron a un lugar donde había una pequeña mesa rodeada de sillas y pequeños sofás. Era como un lugar VIP, y había muchos de esos por todo el gran salón. -Hola, chicos.

-¿Vee? -dijo Rob con asombro. Todos le miraron y le dieron la misma reacción. -Demonios, deberías vestirte así más seguido.

-¿En el bar, a medianoche y de regreso a mi casa? No soy una suicida. -rió Vee. -¿Chris está cerca?

-Se acaba de ir, linda. Pero yo misma lo busco, quiero ver su reacción cuando te vea. -decía Kia, quien también se veía muy bien. -Toma una copa, entra en ambiente.

Aquello no era lo que esperaba de una fiesta de Chris, pero entendía porque podía ver a algunas parejas mayores que creía eran de su familia. Los meseros pusieron gran variedad de platillos en la mesa, sirvieron vino del cual Vee bebió dos copas y luego les avisaron que la mesa de postres estaba del otro lado del salón, para la glotonería de cada quien. Conforme la noche avanzaba, los invitados fueron siendo sólo jóvenes, y algunas de las personas mayores que se quedaron parecían saber divertirse, así que la música fue subida de volúmen y el lugar se volvió casi un bar, un ambiente que no incomodaba nada a Vee.

Hard Luck Woman. | Paul Stanley.Where stories live. Discover now