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En cuestión de minutos se había desatado el pánico en los sótanos del hospital en los que se había estado realizando la autopsia de Luís y de Carmen. Los miembros de seguridad hicieron lo que pudieron para evacuar y aislar la zona en la que se encontraba Carmen del resto del hospital, y lo consiguieron con un número de víctimas bastante bajo, dadas las circunstancias. Pero nadie reparó en el policía herido ni en Andrés, el paramédico que intentó atender a Roberto en el spa y acabó con una pierna rota.

A ambos les subió la fiebre muchísimo y entraron en paro cardiorespiratorio casi a la vez. Ninguno de los médicos que los atendía pudo hacer nada por evitar su muerte. Y ninguno de ellos esperaba que, al poco de morir, se levantaran de sus camillas y empezaran a atacar a todo aquel que se les ponía delante. Esto provocó el caos en el hospital. Evacuar y sellar un sótano en el que solo había personal sanitario fue un paseo para el equipo de seguridad, comparado con evacuar el resto del hospital, en el que había enfermos que no se valían por sí mismos para echar a correr de forma ordenada por las escaleras.

El foco comenzó en la zona de urgencias y desde ahí, el pánico se propagó por todo el hospital como si fuera fuego en un edificio de madera.

Alguien hizo saltar las alarmas y los pasillos se llenaron de gente preguntando qué pasaba. El personal de seguridad advirtió por megafonía que los enfermos en planta debían encerrarse en sus habitaciones, bloqueando las puertas para que nadie pudiera entrar desde fuera, pero no todos siguieron ese consejo. Las enfermeras y auxiliares de cada planta intentaban que la gente volviera a su habitación y se encerrara en ella, pero lo cierto es que ellas tampoco sabían lo que estaba ocurriendo, con lo que no parecían muy convincentes a la hora de tranquilizar y dar respuesta a las preguntas de los enfermos y familiares.

La entrada del hospital se convirtió en un hervidero de gente que quería entrar para ayudar a los suyos y de gente que quería salir para alejarse de la posible amenaza. La policía y los bomberos no tardaron en llegar para poner orden.

Antonio estaba en la sala de espera adyacente al quirófano en el que estaban operando la pierna a su amigo y compañero Andrés. Justo estaba leyendo, incrédulo, en su móvil las noticias sobre lo que sucedía en Madrid cuando la puerta que daba a los quirófanos se abrió de par en par y apareció un médico muy exaltado y tropezando consigo mismo. Antonio lo vio rodar por el suelo mientras gritaba con la cara desencajada en una mueca de terror. Tanto Antonio como las otras cuatro personas que también estaban en la sala de espera se quedaron paralizados y con la boca abierta viendo como aquel médico desaparecía por el pasillo. Acto seguido, salió otra cirujana por la puerta, también corriendo.

─¡CORRED! ─les gritó mientras se alejaba por el mismo pasillo que su compañero de trabajo.

Pero la gente de la sala de espera no terminaba de reaccionar, solo dos de ellos se habían levantado alarmados de sus asientos. Antonio era uno de ellos. Se le había encendido una bombilla en su interior. La reacción de aquellos médicos le había recordado peligrosamente a lo que había ocurrido en el spa y temió lo peor. ¿Acaso lo que le había pasado a aquel tipo era contagioso y había infectado a su compañero? ¿Acaso era cierto lo que decían las noticias sobre Madrid y también estaba pasando en Córdoba?

Sus dudas se disiparon cuando vio salir por la misma puerta a su amigo, arrastrando la pierna recién operada y gimiendo como el tipo del spa. Sus ojos estaban enrojecidos, y su mandíbula, desencajada y llena de sangre. Ya había atacado a alguien.

Andrés dejó de perseguir a los médicos, que ya estaban lejos, y se centró en las personas de la sala de espera. Se miraron unos a los otros sin saber que hacer. Todos los que quedaban sentados se levantaron de un salto, comprendiendo de golpe por qué corrían los médicos. Y si los médicos huían, ellos también debían poner pies en polvorosa. Pero no sería tan fácil, la sala de espera solo tenía salida por la apertura a los pasillos en la que estaba Andrés, con lo que tendrían que sortearlo para alejarse de él.

Tiempo MuertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora