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El móvil vibró en la mesa de trabajo de Gabriel. Le pilló en mitad de la escritura de un email en inglés, en el que daba instrucciones de cómo resolver una incidencia que se había producido la noche anterior. Llevaba ya casi una hora con la dichosa incidencia y vio oportuno tomar el primer descanso de la mañana para tomarse un cafelito, aprovechando la vibración del móvil.

Le echó un vistazo y contestó.

Whatsapp

Nombre de contacto: SOFIA.

Enviado: 09:58:56

Texto: Buenos días, preciosa! He dormio bien. Suerte con el proveedor! :-*

Cuando terminó de escribir se levantó de su asiento y entonces se dio cuenta de que aún quedaba gente por llegar a la oficina. Miró su reloj, eran las 10h de la mañana y faltaban al menos cuatro personas en su sala.

Cogió un par de monedas y fue a la sala de enfrente a buscar a Pablo, José y Fernando, que eran con los que habitualmente se tomaba el café, aparte de Natalia, pero ella era una de esas cuatro personas que faltaban en su sala.

En la sala de enfrente solo estaba en su sitio José, que tecleaba en su portátil muy concentrado, mientras escuchaba música con sus auriculares conectados al portátil.

─Buenos días, hijoputa ─dijo Gabriel al entrar en la sala.

─¿Qué pasa, mariconaso? ─saludó José, levantando la mirada sólo un instante.

─¿Dónde está la gente hoy?

─Ni puta idea, colega ─contestó José dejando al fin lo que estaba haciendo, quitándose los auriculares y recostándose en el respaldo de su silla─. ¿Quieres un cafelaso?

─A eso vengo.

Justo cuando José se levantó y se disponían a ir a la office para sacar un café de la máquina apareció Pablo.

Respiraba entrecortadamente, parecía que hubiera pasado de usar el ascensor y subido las tres plantas hasta la oficina por las escaleras.

─¡No veas la que hay montada ahí fuera, colega! ─dijo nada más llegar, mientras se quitaba la chaqueta y la colocaba en el respaldo de su silla. Parecía muy agitado.

─¿Qué ha pasao? ─preguntó José.

José y Gabriel no sufrían nunca los problemas del metro ni del tráfico en general para llegar al trabajo. Gabriel vivía tan cerca como para ir caminando, lo que estaba considerado como un lujo en aquella ciudad y José vivía en el barrio de al lado y se desplazaba en moto por calles con poco tránsito.

Pablo presionó el botón de encendido de su portátil y luego acompañó a Gabriel y José a la office para tomar un café y contarles lo que había visto.

Tiempo MuertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora