A todas mis ficciones

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Si algo me enseñó Antoine Roquetin, y todos esos personajes que se convencieron que que un simple diario sería novela, es que la vida es para reinventarse día a día. Que no importa si al parecer no hay nada significativo qué decir. Nada será lo suficientemente importante, a fin de cuentas. Solo queda ver la vida, o la muerte entera, incluso en los detalles más cotidianos. Un océano en cada gota de agua. En este momento, simplemente lo necesito. Volver al papel tan romántico, al ritual nocturno, al momento de soledad consigo mismo. Pero más que nada, en este momento lo que necesito es volver a la realidad, narrarla, describirla, recordarla. Solo así podré salvarme de quedar perdida en ficciones. Porque ahora, mis inventos se vuelven más reales que la vida que intento llevar. 

Trato entonces, lentamente, de volver a este mundo caótico, fragmentado, descontrolado. Ya me hacía falta recordar mi verdadero nombre, ser mi persona y no mis personajes. Ahora me desnudaré, bajo el mismo público, pero sin otro rostro que el mío.  Aceptaré mi condena a ser yo, a cargar mi nombre en la espalda, por tantas ficciones en las que intente actuar, sin importar bajo cuántas pieles me haya intentado meter. Llegué  pensar que sería necesario dejarlo todo para lograr que mis ficciones se independizaran de la realidad, pero no, ella nunca se iría. Y aún más importante, yo nunca me iría. Podría ponerme decenas de capas de piel encima para ocultarme, pero nunca quitarme la única que traigo pegada a mí.

Me aferro a ella. No sé si mi ficción refleja mi realidad, o si ocurre al contrario, y no sé cuál es más verídica. De cualquier forma, yo termino interpretando mis propios textos, y convirtiéndome en mis propios personajes. No, la ficción va tomando su propia vida, hasta que yo quedo sometida a sus deseos, más fuertes que los míos. La ficción puede ser real, pero no logra arrancarse la realidad en lo más profundo de sus entrañas. Y descubro que, mientras la realidad no cambie, mi ficción tampoco podrá hacerlo. 

¿Para qué huir? Ahora, por el contrario, intentaré volverme a la realidad, para ver si logro tomar sus riendas de nuevo, y volver a saber lo que soy, lo que se esconde y se desnuda al tiempo en mis relatos. 

Estas entradas serán, así, narrar la realidad como si valiera la pena, reivindicar mis días entre tantas historias.  

Algún día había pensado en no volver a escribir diarios. He desistido. Vuelvo a las palabras y al ritual. Vuelvo a tratar mi vida como digna de ser vivida, digna de ser contada, aunque sea apenas una más, unas raíces que intentan hacerse paso entre la tierra. Vuelvo a encontrar el valor en los detalles más ínfimos, insignificantes. 

Mi escritura vuelve a su fundamento, a su causa primera: la expresión más honesta de mi ser. Ahora vivo danzando en la cotidianidad. Eso es escribir. 

Abril 4, 2018.

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Nota. Tanto la portada como el título son provisionales. 

Gracias por leer y apoyar este nuevo proyecto. <3

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