La imposibilidad entre mis brazos.

72 9 13
                                    

Sos el paisaje más soñado.

- Cerati (otro amor de mi vida).


Una voz puede convertir cualquier palabra en poesía. Una mirada, suspender cualquier partícula en al aire. Una compañía, convertir cualquier atardecer en comienzo. 

¿Quién hizo de los abrazos ese saludo rutinario, vacío? Gesto desgastado, cansado. Y se pierden de otros cómo llenan el alma. Tan firmes y completos, que parecieran incluso ser capaces de llegar hasta cada poro, cada vacío del ser. Brazos que lograron unir de nuevo los pedazos rotos de un día anterior, y mantenerlos en su lugar hasta que ellos pudieran hacerlo por sí mismos.

No he recibido abrazos más completos, no he tenido abrazos que pudieran clasificarse como sublimes, hasta descansar apoyada en ese torso. Me arrebató el vacío, para cambiarlo por una plenitud que no podría explicar. 

Pude palpar la imposibilidad. La tuve entre mis brazos, por un instante eterno. Su pelo olía a la lejanía. La calidez de su torso me punzó. Me apuñaló tener entre los brazos al anhelo mismo, al deseo nunca consumado, a la sed angustiante. Y saber que no sería más.

¿Cuántos días de infierno estarías dispuesto a dar por uno en el cielo? No sé, pero unos segundos de calma me bastaron para reconfortar dieciséis años de un limbo hostil, salvaje. Ya di mi vida, mis años por ese momento, uno que fue capaz de borrar una adolescencia de desconcierto. 

Conocí entonces una llama de plenitud. ¿Qué sentido tendría venir acá, a estos días iguales, a fechas anteriormente vacías? ¿Hacia dónde iría yo, cómo sabría dirigir mis pasos, sin esa firmeza? 

    "Mi pequeña, aún recuerdo cuando decías que nunca te ibas a enamorar", decía una amiga. Y aquí estoy ahora, buscando el mismo rostro en todas las paredes.  "¿Le soñé?", me pregunto al despertar. Me topo con esa imagen, con ese rostro, y entonces sé lo que soñé. No tenía que pensar siquiera para saber la respuesta. Me bastaría siempre con sentir su calor en el cobijo de mis sábanas. "Siempre lo hago", me respondía a mí misma. Y miré hacia la ventana, sabiendo que es verdad, siempre es verdad. Le ansío, tirada en el piso, y esperando que alguien de repente asalte mi ventana y le encuentre. Si supieras todas las veces que, durante el día, tu compañía sería el placer más inocente y simple. 

Y el más agobiante. Me pregunto si algún día saldré de esto. De este laberinto, quiero decir. El tuyo.

Una vez más, me veo obligada a apartar la vista del mundo, de las letras. El fuego me consume. A mí, a todo lo que soy, lo que he sido. ¿En dónde se supone que arde? Un fuego así no puede salir solamente del corazón. Este es del cuerpo entero, de todo lo que cabe en el abrazo que ahora yo misma me doy, en el cual yo misma me enrosco. Ahora, que no estás.


26 de septiembre, 2018.

EsquirlasWhere stories live. Discover now