Qué obstinados llegan a ser los ideales. Renunciar a ellos no es cobardía. A veces, es sensatez. Como cualquier ser vivo, a los sueños hay que dejarlos nacer, crecer, evolucionar, reproducirse, y morir. Es aprender que no siempre vamos a desear lo mismo. Y que renunciar a los sueños a veces es crecer tanto como cumplirlos. Un cordón más qué cortar. Que lo corte otro, pues yo no seré capaz. Me duele desprenderme, como duele despertar de mis falsos refugios
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Esquirlas
Non-FictionPedazos de esas otras que soy y no soy. Aceptaré mi condena a ser yo, a ser mi persona y no mis personajes. Porque escribir retoma su fundamento: la expresión más honesta del ser. Algún día había pensado en no volver a escribir diarios. He desistid...