A esa incertidumbre de vivir

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 Algunas veces me angustia la idea de morir. Otras, no podría pensar en un escenario más acogedor, que me brinde el mismo sosiego.  Volver a la tierra, a abrazar el pasto, a dormir entre raíces, y a clavar las mías propias en el suelo, hasta fundirme de nuevo con la tierra, después del breve soplo de esta consciencia. Mientras tanto, no ha sabido qué era la vida que habían prometido. No hay pistas siquiera de sobre qué se supone que se trata este limbo, esta incertidumbre. 

  El ser es angustia de por sí, y nada más. Solo se necesita vivir un par de años de juventud para saber que el ser no es nada más que un vacío. Vértigo en el ser es lo único que he sentido.   

  Estoy segura de que no importaría, no importaría nada. Si muriera ahora, no podría lamentarme siquiera por la vida perdida, pues ya no habría un "yo" que la lamentase.  Solo los demás "yo" que ya existían. Entonces vivir no me parece más que un deber. ¿Un deber con la vida misma? Mejor dicho, un deber para con las demás vidas que quieran continuar.

Miércoles 27 de diciembre, 2018. 

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