Capítulo XLVI.

3K 314 782
                                    

   La cuidad era hermosa, y más aún de noche. La Torre Eiffel estaba iluminada, así cómo ese puente que estaba sobre el río que sin duda atraía a miles de turistas. Mi vista no dejaba de ver a través de la venta del taxi en el que nos encontrábamos. Era algo maravilloso.

   —Puta mirona.

   Le dediqué una fea mirada a John —el cual estaba a mí lado— y este se rió.

   —Ya quiero llegar —murmuró—. Estoy cansado.

   —Yo también —le dije.

   —El camión con las cajas de mudanza debieron haber llegado ya —comentó, mirando el reloj de la muñeca—. Ya Kalet debe haberla recibido.

   —Y ese tal Kalet... ¿quién es?

   —Una persona.

   —John.

   —Es un amigo —explicó—. Lo conocí en mi estadía en París. Tuvo un problema con su esposa... ya sabes, le fue infiel.

   —Y tú le metiste el pene y lo consolaste.

   —Asco, no.

   —¿Entonces?

   —Él era el dueño del departamento que yo renté, el mismo que vamos a vivir. Y cada vez que iba a buscar el dinero del pago, se deprimía y lloraba por esa mujer. Yo lo que le decía era que no se preocupara porque era algo que iba a pasar..., como todo en esta vida. Que se enfocara en nuevos proyectos, y personas; y que algún día iba a encontrar a la persona ideal. Efectivamente. Pocos días antes de irme a Liverpool, me dijo que había conocido a una chica y que le gustaba. Tienen una relación ahora.

   —Qué bonito tú.

   —¿Yo? O sea, sí soy hermoso, pero ¿por qué lo dices ahora?

   Me reí.

   —Porque fuiste su amigo —respondí—. Y porque lo ayudaste cuando más lo necesitaba.

   —Es algo que cualquiera pudo hacer —dijo, encogiéndose de hombros—. Ahora, lo que nadie puede hacer es...

   —... meterme el pene.

   —Exacto, puta.

   —Cállate —mascullé—. El chófer puede oírnos.

   —No nos entiende —replicó—. Tuve que hablar en francés. Lo que sucede es que estabas distraído.

   —¿¡No has visto la cuidad!? ¡Es hermosa!

   —Lo más hermoso ya lo he visto... cada vez que me veo al espejo.

   —¡Agh, tonto! —le di un codazo, haciéndolo reír—. Te detesto a veces.

   —Mentira —me rodeó con sus brazos y besó mi mejilla un par de veces—. Te amo mucho y eres lo más lindo que visto.

   —Ujum...

   —Aparte de mi pene. ¿Has visto lo bello que es? Tiene una forma tan linda que...

   —¡Ya!

   Él rió.

   —Estoy bromeando, mi amor —murmuró, frotando su cabeza en mi cabello—. ¿Y cómo te sientes, eh? ¿Te gusta aquí?

   —Me gusta mucho —contesté—. Pero lo que más me gusta es estar contigo.

   —A mí también —se sonrió, para luego darme un tierno besito en los labios—. Te quiero mucho.

Girl or Boy? ➳ McLennonWhere stories live. Discover now