Capítulo XI.

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   Volteé a ver a John y éste estaba tan sorprendido como yo. Miré al chico, tragué en seco y sintiendo como el rubor se apoderaba de mis mejillas.

   —Creo que hice la pregunta mal —se rió un poco y dijo—: ¿Sabes quién es el que se viste de mujer aquí? Es que la descripción es... es muy igual a ti. Perdón si te ofendí.

   —¿Tú acaso lo ves vestido de mujer? No. ¿Entonces par qué preguntas algo que no ves? Está vestido como un hombre. Acabas de ofenderlo. Mide tus palabras

   —Sí, es cierto —se lamentó—. Es que es un rumor que se corrió por todo el edificio, entonces... ¡lo siento!

   —Eh... está bien —le dije—. No hay problema.

   —Pero si saben quién es, me dicen. Quiero burlarme un rato.

   La puerta se abrió de inmediato, por lo que los tres tuvimos que abandonar la caja de metal; aquel chico se fue por su lado, mientras que nosotros dos caminamos hacia dirección contraria. Yo estaba siguiendo a John, pues no tenía mente para pensar en dónde ir.

   —Ay, gay, casi te descubren.

   —¡Fuiste tú! —y le di un empujón, haciendo que se tambaleara—. ¡Eres un chismoso!

   —Sólo hay una razón que me hace no hacerlo: es que te vistas de mujer y me dejes follarte. Ya haces eso, puta, así que no tendría por qué decirlo. Yo le soy leal a mis putas.

   —¡No soy tu puta! ¡No soy la puta de nadie!

   —Cállate, puta, ¿quieres que te escuchen?

   Solté un bufido y rodeé los ojos, al tiempo que seguía caminando hacia el parque que estaba a tan solo unas calles. No hizo falta que John me lo dijera: gracias al trayecto que estábamos cruzando, era más que lógico que íbamos ahí.

   Me causó gracia que él tuviese tanta 'masculinidad' y que usara el parque como opción para un paseo. Aunque prefería eso antes que un burdel o algo parecido.

   —¿Quieres heladito de chocolate con sirope de John?

   Hice un gesto de asco, mientras cruzábamos la reja de aquel lugar. Gracias al cielo no había tantos niños. El lugar era muy solo, extenso y con alguno que otro árbol; tenía una fuente muy bonita, que salpicaba agua a los que pasaban cerca.

   —¿Cuál es tu favorito, puta? Te estoy preguntando.

   —Agh, fresa.

   —Típico de los gays —murmuró—. ¿¡Por qué no pides un sabor masculino!? Los machos comen helado de chocolate, y las nenas de fresa.

   —Ya cállate, no estoy de ánimo para aguantar tanta estupidez junta.

   Él se rió, al tiempo que se dirigía hacia el carrito de helados; por otra parte, yo decidí esperarlo sentado en un pequeño banquito que estaba al frente. Decidí quitarme el suéter negro —dejando que ver mi camisa azul— y colocarlo a un lado. Me había dado calor esa pregunta.

   —Aquí tienes —John me extendió un cono enorme de fresa e imitó mi acto—, puta —y le di una probada al suyo que, pese al color, deduje que era de chicle.

   —Gracias —lo agarré, pasé la lengua, lo saboreé y degusté el delicioso sabor de fresa, ligado con yogurt.

   —Voy a comenzar a exportar mi sirope, para que putas como tú lo echen en sus heladitos.

   —Cállate, qué asco.

   —Ah, pero cuando lo probaste dijiste que estaba delicioso. La piña le da un sab...

Girl or Boy? ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora