Capítulo VI.

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   Un calor recorrió mi cuerpo y mejillas al escuchar eso. Traté de desviar mi rostro, pues su penetrante mirada estaba sobre la mía, haciéndome sentir más incómodo de lo que ya estaba.

   —¿Y tú cuánto cobras por largarte de mi departamento, idiota?

   John se rió y aflojó el nudo de su corbata, en medio de un gesto de cansancio. Al parecer le apretaba.

   —Cobro una mamada.

   —Eso te convertiría en gay, y tú odias a la gente gay; así que básicamente te convertirías en algo que quieres destruir

   —¿Uh? ¿Por qué? —frunció el ceño—. Ah, comprendo —dijo después—. Bueno es que... —se chasqueó su lengua—. ¿Cómo te lo digo? Te me haces más mujer qué hombre.

   Iba a formular una respuesta bastante contundente al respecto, pero agradecí cuando el timbre sonó. De inmediato recordé que Stuart me había dicho que vendría en la tarde.

   «Al menos Stu sirve para algo que no sea llenarme de besos», pensé, dirigiéndome hacia la salida de la habitación.

   —Te espero aquí, puta. Dile a tu novio que tienes cosas más importantes que hacer.

   Ignoré su comentario, salí del lugar y al encontrarme en el pequeño pasillo, caminé en dirección a la salida. Eché un vistazo por el visor de la puerta y al confirmar que era Stuart, abrí.

   Él, al verme, se abalanzó sobre mí, y pude notar que llevaba las mismas prendas de cuero que en la mañana. Al parecer su día había sido bastante ocupado, por lo que no encontré ningún indicio de pintura.

   —¿Cómo está la cosita más bella de éste mundo? —preguntó, con un tono bastante chillón.

   —Ah, bien. ¿Y a ti cómo te fue? —y cerré la puerta.

   —De maravilla. Aunque me costó conseguir el color que necesitaba... luego fui a casa de mis padres y pasé la tarde allá.

   Pronto un carraspeo nos interrumpió, lo que nos hizo girar nuestros rostros, en dirección a donde provenía. Era John. Tenía la corbata bastante floja, su camisa estaba desabotonada, y su cabello desaliñado.

   —¿¡Qué hace él aquí, Paul!?

   No supe que contestar, y antes que pudiera hacerlo, John sacó unos billetes de alta denominación, los colocó en el borde de mi camisa, justo en medio de mi pectoral y la tela; cómo la prenda me quedaba bastante ajustada, logró sostenerse. Seguido de eso besó mi mejilla y agarró mi glúteo derecho de forma disimulada para que Stu no se percatara.

   —Qué buena cogida, putita; lo disfruté mucho. Luego te aviso para repetirlo. —Y salió, cerrando la puerta a su paso.

   —¿¡Qué significó eso!? —bramó Stuart y escuché la carcajada de John en el pasillo—. ¡Paul! ¿¡Te acostaste con él!?

   —¡Tú sabes que no! —saqué el billete de donde lo había puesto y lo apreté con mi mano, haciendo que se arrugara un poco. Se los iba a devolver. Yo no era puta, y mucho menos de él—. Ese estúpido sólo quería molestarnos.

   —¿¡Qué hacían los dos aquí solos!? ¡Contesta!

   —Él entró porque necesitaba el baño y... y... y le dejó las llaves de su departamento a otra persona. Da la casualidad que antes que tú llegaras, ya la persona había llegado para darle sus llaves.

   Stuart me miró incrédulo.

   —¡Es la verdad!

   —¡No quiero que ese inútil se te acerque!

Girl or Boy? ➳ McLennonWhere stories live. Discover now