Capítulo XXXVIII.

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   John y yo intercambiamos miradas rápidas, y no tardamos mucho en volver a mirar la puerta; la misma tenía gusanos por la hendija de abajo, y el olor era peor que ayer.

   —John..., ¿estás pensando lo mismo que yo?

   —Puta, no es hora de pensar en follar aquí.

   —¡John!

   —Bueno, bueno —él me miró—. Ya... ya sé a lo que te refieres.

   —Ay, no —llevé la palma de mi mano a la frente y me di la vuelta: la escena me causaba asco—. John, vámonos de aquí.

   —Per...

   —¡No, no, no! —tomé su antebrazo e hice que caminara en dirección al ascensor. No podía estar ni un segundo más ahí. Trataba de mentalizarme que todo estaría bien y que no era lo que estaba pensando—. Ya. —Suspiré aliviado al adentrarnos a la caja de metal, la cual cerró inmediatamente.

   —¿Qué fue eso?

   —John, ya basta. Todo va a estar bien. Todo está bien.

   —Yo no estoy diciendo nada... tampoco lo contrario.

   Tomé una bocanada de aire y la expulsé con lentitud, logrando oxigenar mi cerebro y mantener la calma.

   —Si Stua...

   —¡No lo nombres! No digas nada... tengo mucho miedo.

   Entonces él me abrazó. Se me hizo inevitable no rodear mis brazos en su torso y apegar mi cara a su pectoral. John deslizó su mano por mi cabellera negra y depositó un beso en mi frente.

   —Estoy aquí para ti, mi Paul.

   —Yo sé —murmuré—. Eso me asustó. No quiero que... bueno, no voy a pensar más en eso.

   Nos separamos cuando el ascensor abrió las puertas, y nos quedamos abismados al ver la planta baja repleta de gente. Eran los mismos vecinos que por alguna razón, que probablemente conocíamos, se habían reunido ahí.

   El alboroto era enorme. Se nos dificultó escuchar con detalle, pero claramente notamos que se estaban quejando del olor.

   —¡Hey, chicos!

   Giramos nuestros rostros al compás, y logramos ver la silueta de Ringo venir hacia nosotros. Llevaba una mochila en su espalda, y tenía prendas casuales de color negro, y uno que otro blanco.

   —¿Qué sucede? —le preguntó John—. ¿Y esto?

   —El olor. El piso en el que ustedes viven es más fuerte. ¿Cómo pueden sobrevivir ahí?

   —Anoche no pude dormir —repliqué—. El olor no me dejó, y a John tampoco.

   —Bueno, el olor llega hasta aquí. Y los vecinos de su mismo piso, pero de la otra ala, se quejaron con mi padre.

   —Y lo que no sabes...

   —¿Qué cosa? —Starkey frunció ligeramente el ceño—. ¿Qué no sé?

   —Gusanos —habló John—. Hay un montón de gusanos en el pasillo... que salen del departamento de Stuart.

   —Mierda.

   Por alguna razón mi vista se guió a la multitud de gente acumulada en el pasillo. Logré ver la silueta de Stuart de espalda, con la misma chaqueta de siempre y las manos en su bolsillo. Su cabello estaba algo húmedo, y estaba titiritando de frío. Justamente cuando lo iba a llamar, él caminó hacia al frente y se perdió entre la gente.

Girl or Boy? ➳ McLennonWhere stories live. Discover now