Capítulo XXXIII.

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   Sentí mis mejillas arder y el corazón en la garganta. Miré a John, y éste tenía el ceño ligeramente fruncido, sumado a una mirada inquieta.

   —Si dices que no, serás puta para el resto de tu vida. Aunque creo que no dejarás de hacerlo porque la putería está en tu sangre.

   —¡Agh, John! ¿¡Por qué arruinas todo!?

   —Bueno, ¿todo el día para responder?

   —John... —volví a ruborizarme, emití una suave risa y estrujé mi ojo—, esto es muy gay.

   —No soy gay. Pedirle a un hombre, que cuenta como mujer, que sea tu novio no es de gay.

   —¡No, para nada!

   —Claro que no.

   —Eres gay, admítelo.

   —Lo fuera si me gustaran los hombres —me dijo—. A mí no me gustan los hombres: me gustas tú.

   —¡Y yo soy hombre!

   —¡Bueno, puta eléctrica! ¿¡Vas a responder o no!?

   —¡Deja de llamarme 'puta'!

   —¿¡Entonces cómo te llamo!? ¿¡'Novio'!?

   —¡Pues sí! —repliqué—. ¡Es mil veces mejor!

   —¿¡Entonces somos novios!?

   —¡Sí, lo somos!

   —¡Okey, gracias por aceptar!

   —¡De nada!

   John soltó una pequeña risa, haciendo que mi falsa molestia terminara de esfumarse. Se acercó a mí, me tomó de la cintura y acercó sus labios a los míos, para darle larga a un pequeño beso, en el cual se me hizo inevitable sonreír.

   —El primer beso de novios. No quiero esperar a la primera follada de novios.

   —Agh, tú siempre.

   Me rodeó con sus brazos y me dio un par de besos en la mejilla, mientras nos encaminábamos hacia la mesa que estaba al otro extremo de la azotea.

   —¿Y qué vamos a comer?

   —Testículos de Stuart al horno co...

   —¡John, qué asco! —bramé, haciéndolo reír a carcajadas—. En serio, cállate. Me dio náuseas y todo.

   —Ya, pues —volvió a besarme la mejilla—. Lo preparé yo.

   —Entonces debe saber feo.

   —Claro porque lo único que te gusta a ti es mi sirope.

   —Asco.

   —Ah, pero si te lo tragas, ¿no?

   —Claro porque sabe rico, rico, rico, rico.

   En medio de una risa, sacó la silla para que yo me sentara; al hacerlo imitó su acto en la otra y procedió a quitarle el pañuelo blanco de seda que cubría los platos. Se me hizo agua la boca al notar que era un corte de pavo bañado en salsa de agridulce, ensalada de lechuga, maíz, tomate y queso de cabra, al cual añadió un exquisito aderezo de mostaza.

   —Lo hice para ti, novio... digo: puta. ¿Puedo seguir diciéndote 'puta'?

   —No.

   —Es para ti, novio eléctrico.

   —Qué considerado —refunfuñé, al tiempo que veía como el vino era servido por John en mi copa—. Gracias.

   —Te amo.

Girl or Boy? ➳ McLennonΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα