Capítulo 96: Envidia

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Me he quedado callada.

— L-La situación es muy compleja ... por favor no me metan. —Dije mientras levantaba ligeramente los hombros en forma de disculpa.

— Hmm .. —Karenn me ha visto casi decepcionada, creo que sin mi respuesta, la decisión ya estaba casi tomada.

— Karenn .. —La llamó su hermano mientras había una seña con la cabeza de que debía alejarse y quedarse afuera.

Ella, suspirando en forma de derrota, asintió.

— Puedo quedarme con ella si le preocupa, Nevra. —Contestó Valarian.

— Por favor.

— ¿Ahora necesito niñera?.

— No sigas. —Nevra carraspeó y se dirigió a los miembros restantes que entraríamos a la cueva y Karenn finalmente se rindió.— ¡Bien! Recuerden portar sus armas en todo momento, no se separen del grupo y por lo que más quieran, no sean imprudentes.

— La poción que les di es para pasar desapercibido entre los espíritus. —Añadió Ezarel.— Sin embargo, eso no significa que estarán lejos de su presencia, así que no se asusten si sienten que los tocan en algún lado.

Aquel comentario hizo que se me ponga la piel de gallina, por un momento me he puesto a pensar en las casas embrujadas de mi mundo. Ante mi miedo, he sentido la mano de Ezarel tomar la mía y se ha acercado a mi oído.

— No te separes de mi.

He asentido ante eso y mi corazón pareció haberse calmado. Sus palabras y cada promesa suya sobre cuidarme no son en vano. Me sentía más preparada ahora.

— ______ .. —Valarian me llamó.— Lleva esto contigo, sé que no es la mejor arma de todas pero es una de mis mejores creaciones en la forja, la necesitarás.

Me ha entregado una especie de látigo largo, el cuero era demasiado grueso y en la punta tenia un filo que podría cortarme el dedo con solo rozarlo. Apenas lo he tomado, le di un ligero movimiento que hizo levantar las hojas secas del suelo.

— Oh, muchas gracias. —Respondí.

Él solo inclinó la cabeza y se alejó junto a Karenn, quienes comenzaron a alejarse y ocultarse. Todos comenzaron a portar las armas en sus manos, incluso Ezarel, que logró sacar su espada y Nevra sus cuchillas. Todos parecían ponerse en marcha, los dos grupos estaban escondidos alrededor de la cueva y nuestro grupo iba a entrar. Sin más, nos adentramos a la cueva de los lamentos.

Apenas he puesto un pie dentro de la cueva, he sentido un ambiente muy frío y tenso, Nevra tuvo que encender una vela de una pequeña lámpara para poder continuar. Y así, avanzábamos a paso lento, mirando a nuestro alrededor, mi mano temblaba por el frío y Ezarel solo se aferraba a ella para no separarnos. No había ninguna duda, este lugar nos hacía poner muy nerviosos. Después de caminar unos minutos, hemos sentido ligeros toques.

— No me toques el tobillo. —Susurró un miembro de la guardia.

— Yo no fui.

Al estar en contacto con los espíritus, he sentido una mano tomarme por el cuello ligeramente pero luego me soltó. Mi piel se puso de gallina otra vez y ligeros vientos me soplaban por el oído. Si estuviera en mi mundo, ya hubiera gritado pero no era momento de chiquilladas.

Después de aquellos toques, parece que se detuvieron poco a poco cuando seguíamos avanzando.

Cuando caminamos un poco más, la vela que sostenía Nevra se apagó y todos entramos en pánico.

— Diablos. —He escuchado murmurar a Nevra en la oscuridad y me dediqué a aferrar más mi mano con la de Ezarel. Parecía querer encender la vela otra vez pero le era difícil y estoy segura que todos miraban a su alrededor, esperando no ser emboscados. No pasó mucho para que el suelo fuera iluminado por varias llamas en los costados, como mostrándonos el camino.

Todos nos quedamos perplejos, mirándonos unos a otros. Nevra hizo un gesto con la mano para indicarnos que nos quedáramos quietos pero luego hizo un ligero movimiento con ella para decirnos que continuáramos con precaución. Y así fue, caminamos por la cueva como nos indicaban las llamas, ya no sentíamos tanto a los espíritus pero el ambiente se hacía más helado, como si nos fuéramos a adentrar en lo más profundo de la cueva.

Cuando llegamos a su fin, hemos visto una ciudad completamente destruida. La poca luz que nos proporcionaba las llamas nos hacían ver que todo estaba en ruinas. Incluso, creo haber visto huesos debajo de las rocas. Era horrible, y pensar que aquí murieron muchas personas. Caminamos por donde nos indicaban las llamas hasta que nos llevó a una fuente que como todo el lugar, estaba destruida. Fue en ese entonces que las llamas desaparecieron y nos sumergimos nuevamente a otra oscuridad, pero no fue por mucho porque las llamas ahora se elevaron, mostrándonos el lugar con más claridad.

En la fuente se encontraba una estatua muy alta que al darnos cuenta, alguien estaba allí. No sabíamos quién era, lo único que podíamos percibir era que alguien tenía los brazos abiertos, su cuerpo estaba completamente vendado y estaba amarrado con varias púas que parecían lastimarlo a cada movimiento que hacía. Tenía sangre por todos lados y nos era imposible ver su rostro.

— ¡Miren!. —Uno de los guardias señaló a los lados y nos dimos cuenta que habían cadáveres .. frescos.

— Las desapariciones .. —Susurró Nevra.— Los han matado a todos aquí.

Todos entendimos que estábamos corriendo peligro y teníamos que estar atentos a nuestro alrededor. Apreté mi mano con la de Ezarel, incapaz de poder hacer algo por todos los que murieron aquí. Fue en ese entonces que otro de los miembros señaló a la punta de la estatua, quien sea que estaba allá atado, se estaba moviendo.

Y parecía sufrir mucho.

— A-Ayuden... me ... —Una voz poco entendible nos hablaba pero era imposible, su tono era demasiado bajo.

Al no escuchar una respuesta nuestra, comenzó a moverse allá arriba, lo único que conseguía era que las púas se introdujeran más en su piel. Al estar colgado, nos era imposible hacer algo. Nos miramos entre nosotros y otros miraban a Nevra que parecía palidecer por dentro, sin saber qué hacer.

— A-Ayudenme .. —Está vez logró elevar más el tono de su voz.— P-Por .. favor ..

Las púas se incrustaban en su cuello y su cuerpo era una mezcla de vendas manchadas con sangre. Fue en ese entonces que logré entender que su voz era femenina.

— Un momento ... ¿Ignofia?. —Empecé a gritar, realmente me importaba poco si estaba atrayendo al enemigo hacia nosotros.— ¡¿Ignofia?! ¡¿Eres tú?!.

— "Era" —Una voz profunda hizo que todos se prepararan y miraran a su alrededor, al parecer, ya no estábamos solos.

A lo lejos, alguien comenzaba a acercarse a nosotros mientras arrastraba su espada, que también estaba manchada con sangre. Casi de inmediato, reconocí la armadura del hombre enmascarado. No lo podía creer, definitivamente no, aquel hombre que me ayudó muchas veces ahora se encontraba ahí, con las manos en la masa. ¿Todo esto fue su plan? ¿Como? ¿Donde estaba Leiftan?.

En un rápido movimiento, logró correr hacia la fuente, llegando con mucha agilidad hasta la cima, donde se encontraba Ignofia.

— P-Por favor .. N-No .. quiero ... morir .. —Fueron sus últimas palabras antes de que el hombre enmascarado la terminara decapitando.

Todos palidecimos ante aquella muerte en frente de nosotros. Su cabeza cayó al suelo con una fuerza y sonido que no pude describir. Las vendas parecían caerse y logré notar el cabello de Ignofia, además de eso, debajo se pudo notar un objeto dorado.

Era su medallón de la envidia.

Por alguna razón, todas estas muertes parecían concordar, como si todo tuviera sentido ahora.

Escojan
A) (Correr y tomar el medallón antes que el hombre enmascarado)

B) (Quedarse quieta)

S E C R E T O S [Ezarel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora