Yan, el enemigo natural de todas las mujeres (2)

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"Pequeña maestra, solo tengo algo que me gustaría pedirle... ¿Qué tal si hacemos una apuesta?"

"¿Apuesta?"

"Si, tengamos un duelo... Si usted logra golpearme al menos una vez dentro de un límite de 10 minutos, yo, Yan, el quilin de fuego, la reconoceré como mi maestra"

"¿Y si pierdo?"

"Mmm~ déjeme pensar.... ¡Si, lo tengo! ¡Usted será mi mujer!"

"Olvídalo, me niego"

"¿Ehhh~?"

Yan volvió a sonreír con picardía mientras evitaba encontrarse con la mirada asesina de Bai Feng.

"Okey, pequeña maestra, ¿Podemos empezar?"

"No tengo problema"

"¡Bien! ¡Le deseo suerte! Puede comenzar a atacarme"

Mientras sonreía, Yan retrocedió unos cuantos metros para poner un poco de distancia entre ambos. Luego le envío una mirada desafiante a la mujer vestida de rojo mientras se lamía los labios.

Y así, la pequeña apuesta entre el maestro y su bestia contractual dió inicio.

Bai Feng decidió no atacar desenfrenadamente, ya que su oponente no era otro que una bestia divina, la cúspide de todas las bestias. Lentamente metió una mano en su túnica y una sonrisa traviesa se formó en sus labios color manzana.

"¿Hum? ¿Qué sucede maestra? ¿No va a atacarme?" Yan aún continuaba sonriendo como si no le importara nada de lo que ocurría a su alrededor. Pero un momento después, la sonrisa maliciosa en su rostro se congeló.

Yan abrió los ojos con confusión mientras miraba a su alrededor un poco frenético.

No está....

¿A dónde fue su pequeña y gruñona maestra?

Bai Feng desapareció justo en frente de sus ojos...

Yan trató de mantener su pose estable mientras se calmaba a sí mismo. Aún no podía entender cómo su pequeña y gruñona maestra desapareció sin dejar un solo rastro. Hay que saber que como una bestia divina, los sentidos de Yan son cien veces mejores que los de un ser humano, pero incluso con esa ventaja no pudo adivinar cuando su maestra desapareció. Una gota de sudor comenzó a rodar por la blanca mejilla de Yan mientras fruncía el ceño.

Pasaron dos minutos... Tres minutos... Cinco minutos....

Nada...

Esta vez el que estaba perdiendo la estabilidad era el gran quilin de fuego, Yan. Cuando se dió cuenta de que no podía encontrar a su maestra usando sus sentidos, comenzó a tratar de localizarla por medio de su poder espiritual.

Pero unos minutos después, ¡Se dió cuenta de que no había encontrado nada!

¡¿Qué clase de anormalidad era esta?!

Pasaron siete minutos...

Yan no pudo evitar sentirse cada vez más inquieto. Volvió a dirigir su mirada en todas las direcciones, pero no encontró nada.

¿Qué significa todo esto?

¿Es acaso que su maestra en verdad desapareció?

¡No! ¡Eso es imposible!

Finalmente pasaron nueve minutos...

"¿Pequeña maestra? Esto está empezando a asustarme..."

No hubo respuesta...

"Maestra~ se qué tal vez la hice sentir un poco incómoda ¡Pero le juro que no fue apropósito!

(N/T: Eres tan honesto...)

No hubo respuesta...

"Maestra~ si algo le llegara a pesar... Ya no podría seguir viviendo... ¡Wang Hua me mataría a sartenazos!"

Justo cuando Yan estaba por continuar con su 'sincera' declaración, lo único que pudo sentir al siguiente momento fue agonía ¡El golpe más bajo que pudo haber recibido un hombre!

*Golpe*

"Listo, ya te golpeé"

"..."

"Yan, por favor no vuelvas a decir cosas como esas nunca más... Se me puso la piel de gallina"

"..."

"¿Yan?"

"... Pequeña maestra"

"¿Hum? ¿Qué sucede?"

".... ¿La pequeña maestra quiere que su pobre bestia contractual muera sin descendencia?..."

Bai Feng, quien había estado escondiendo su presencia gracias a una de sus nuevas píldoras espirituales, no notó al agonizante Yan tendido en el suelo con el rostro pálido.

"¿Yan? ¿Qué te sucede?" Preguntó confundida Bai Feng mientras se acercaba a Yan para ayudarlo a ponerse de pie.

Una vez de pie, Yan, cuyo rostro estaba más pálido que el papel, le envío una mirada lastimosa a su pequeña maestra.

"... Pequeña maestra... incluso si soy una de las más poderosas bestias que existen en este lugar... todavía sigo siendo un hombre"

"Eso ya lo sé... espera.... No me digas..."

"Si, humano, bestia, demonio, dios, inmortal... Todos los hombres tenemos el mismo punto débil... Y usted acaba de patearme ahí abajo..."

"...."

"...."

"... Perdón..."

Señorita Prodigiosa: La Leyenda Del Doctor DivinoWhere stories live. Discover now