Capítulo treinta y dos: Valor

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A pesar de haber logrado formar la barrera, el esporangio explotó. Los exorcistas tuvieron que salir de esta y reagruparse. Las únicas batallas en pie, eran las que se ejecutaban contra los 3 Reyes Demonio que decidieron atacar en conjunto. El único que parecía no querer dar signos de vida era Toudou, ahora ya sabían por qué.

— Diría que usar a Kurara para protegerte fue buena idea, claro, si tu cuerpo no estuviera al límite y eso provocara que su duración fuese menos.

Se había quedado a cuidar al Rey Impuro. Aunque este no se le acercaba a Ryuji por la protección de Kurara, Toudou intentaba atacar al chico de la cresta, con tal de causar que la barrera se viniese abajo. Era una fortuna que sus planes de devorar a Kurara hubiese fallado cuando peleó con Tatsuma.

— ¿Qué pasa? Parece que hubiesen visto un fantasma. En especial tú, Okumura-kun. A pesar de tener una excelente espada contigo, parece como si no quisieses usarla.

Rin miraba con ira a Saburota, no solamente porque le dificultara el proteger a Ryuji al tener que enfrentarse a él, sino por la artimaña cobarde que utilizó para que no se atreviesen a detonar un fuego lo suficientemente poderoso para calcinar toda la ponzoña. Empezaba a ser un suplicio presenciarlo...

— Ayú...da...nos...

— M-Ma..má...

Era totalmente desagradable presenciar cómo aquellos pobres desafortunados pedían ayuda con las fuerzas que les quedaban. Que la impureza los estuviese consumiendo poco a poco mientras rogaban era desquiciante. ¿Hasta qué punto serían capaces de llegar con tal de lograr su objetivo?

Ryuji intentaba calmarse, pero después de divisar entre los rehenes a Mamushi y sus hermanas era imposible. Ninguno de los adolescentes era capaz de tolerar semejante barbarie. Justo cuando Rin fue por Toudou, en un intentó de meterle una bala entre las cejas, el Rey Impuro lo apresó.

— ¡Suéltame, maldito!

Kuro realizó un esfuerzo por ayudarlo, después de todo, sin él no habrían sido capaces de llegar ahí. Pese a que parecía un edificio, el Rey Impuro atacaba apenas lo tocaban. De un zarpazo, el gato demonio lo liberó, aunque terminó saliendo despedido varios metros. Con su actual fuerza sobrehumana, Toudou se atrevió a golpearlo sin reparo.

— No debes hacer eso, gatito malo. Mejor quédate tumbado, porque la próxima vez que te levantes no dudaré en matarte.

— Maldito... ¡Maldito seas! ¡A Kuro no vas a tocarle ni un pelo, malnacido!

Si pudiera desenvainar la Koumaken, sin temer que los escudos de Shiro cedieran, hacía ya un buen rato que hubiese incinerado al monstruoso demonio. Sin embargo, recordar una y otra vez aquella pesadilla en el momento que iba a sacarla siquiera del estuche, provocaba que se retractara.

Sin embargo, ver como los rehenes seguían rogando débilmente y Kuro hacía el afán de volverse a levantar para ayudarlo, provocó que quisiese dar el paso que no podía avanzar. En medio de todo el revuelo, las balas se le acabaron y tuvo que sacar la Koumaken de su estuche para bloquear un ataque del Rey Impuro.

— ¿Acaso ocurre algo malo, Okumura-kun? Pensé que estabas por pelear en serio.

Pero, cuando quiso desenfundarla y acabar con todo, le dio la sensación de que la hoja estaba trabada en la vaina. Por más que intentara desenfundar la Koumaken, esta no cedía. Supuso que se vería ridículo así, inclusive su agarre a la empuñadura temblaba. No tenía la suficiente confianza para hacerlo.

No iría a mentir, tenía miedo de cómo reaccionaría Shiro. Tenía en cuenta que, después de sellar sus poderes cuando era un recién nacido, ignoraba las consecuencias que tendría el blandir la katana. Aunque él supiese que, a fin de cuentas, nada malo pasaría por hacerlo. El viejo no lo sabía.

Entre demonios... [Amaimon X Rin] #PGP2018 #PR2018Kde žijí příběhy. Začni objevovat