Capítulo treinta y uno: Confiar

1.3K 157 56
                                    

La terca batalla de miradas que sostuvieron padre e hijo, únicamente se vio interrumpida cuando Kuro intentó apresar nuevamente a Rin, pues la anterior acción de Fujimoto lo obligó a ponerse de pie. Claramente que el oji-azul evitó que el gato demonio completara su cometido.

— ¡Rin! Deja que Kuro te lleve a un lugar más seguro, antes de que noten que estás en la montaña.

— ¡No me iré de aquí! ¡Sé que puedo ser de ayuda! ¡Déjame ayudarte, viejo!

— ¡De ninguna manera! Si te atrapan, todo se acabó.

Si jamás se hubiese percatado de todo lo que Fujimoto hacía por él, probablemente aquella mala pesadilla que tuvo sería su actual realidad. Frunció el ceño y mostró la insistencia que tenía por quedarse. No daría su brazo a torcer, menos en ese mismo instante, cosa que irritó al preocupado padre.

— ¡Vete ahora, Rin!

— ¡No voy a hacerlo! ¡Jamás me dices las cosas! ¡Quieres que viva ignorando todo lo que pasa y me mantenga al margen, maldito viejo!

Fujimoto observó a Rin con seriedad, pudo ver la furia y la impotencia en los ojos del menor. Encontrarse en esa situación con el chico era todo menos oportuno, sentía cómo su ritmo cardíaco se alteraba poco a poco al creer que se avecinaría una horrible y fatídica discusión. Y hubiese acertado, claro, si el chico fuese ignorante de todo.

— Ya lo sé todo. Sé que soy hijo de Satán, sé porque no debo desenvainar la katana. ¡Incluso sé que la única razón de habernos conocido es porque tenías el deber de matarnos! ¡Sólo por eso tuviste que venir por la espada matademonios de Myoda!

Realmente Fujimoto no esperó que el chico supiese ese último detalle, ¿Quién demonios se lo habría dicho? Por la expresión de Samael, podía deducir que por esa vez, el peli-morado no tenía idea de los medios por los cuales el mayor de los gemelos se habría enterado. 

Justo cuando Shiro ya se esperaba el rechazo de su hijo y Samael estaba pendiente para evitar una posesión de Satán hacia Fujimoto, ocurrió lo que menos previeron. Rin tuvo que usar todo el auto-control que poseía para que los ojos no se le aguaran ni la voz le temblara.

— Y aún así... Y aún así nos perdonaste la vida e incluso nos criaste sin importar quienes éramos. Aunque te causo problemas, jamás me dejaste de lado. Ni siquiera por tener que mantenerte firme para evitar que Satán te posea para llevarme a Gehena... ¿¡Cómo demonios quieres que me quede quieto cuando estás sacrificando tanto por mi, viejo!?

Saber tanto y poder decir tan poco era el enorme peso de guardar un secreto. No muchos aguantaban tal presión, sobre todo si era por un periodo de tantos años. Pocos resistían hasta el final, aunque se les interpusieran mil obstáculos en el camino. Rin miró a Shiro a los ojos, mientras sentía cierto escozor en estos.

— Aunque sea hijo de satán ¡Mi único padre eres tú! ¡Me niego a aceptar que no lo seas! ¡Por eso mismo no puedo seguir dejándote el peso de todo! ¡Déjame ayudarte...padre!

El cariño que Shiro le profesaba a ambos chicos, que crió desde que vinieron al mundo, no era secreto para nadie. Quería a Rin lejos de todo el peligro, no obstante, ¿Qué pasaría con el muchacho si algo llegase a pasarle? Intentó no pensar en ello, sin embargo, recapacitó que no debió instruir solamente a Yukio como exorcista. Debió ser a los dos.

Antes de que él pudiese responder algo, los presentes se vieron obligados a esquivar la ponzoña del Rey Impuro y eludir un ataque del amo de aquella mascota. Astaroth miraba divertido la escena, en lo personal, le parecía algo estúpido. El Joven Príncipe no debería tener esos lazos afectivos con unos viles humanos.

Entre demonios... [Amaimon X Rin] #PGP2018 #PR2018Onde as histórias ganham vida. Descobre agora