Capítulo tres: Que no lo veas no significa que no existe

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El pequeño niño de cabellos obscuros corría a todo lo que sus pequeñas piernas daban, intentando escapar de los demonios con forma de esfera y grandes bocas babeantes y adornadas con hileras de filosos dientes. Mientras les exigía a gritos que se alejaran de él y dejaran de perseguirlo, había comenzado a llorar, sin detenerse en su carrera.

"Ese día todo lo que podía hacer es correr..."

Al doblar una esquina, miró a ver hacia atrás deseando haber perdido de vista a sus perseguidores, y por eso chocó contra algo. Cayó de sentón al piso, mirando a su alrededor estando aturdido por el golpe, reparó en donde estaba. Se metió a un callejón solitario, el cual no tenía salida, quedando atrapado así. Vio hacia enfrente de él, fijándose contra lo que se estrelló al estar huyendo, la sorpresa se mostró en su rostro infantil: Era un joven.

"Por huir, terminé conociéndote..."

Los gruñidos de esos demonios no se hicieron esperar. Aparecieron al doblar la esquina, con la baba cayéndoles de la boca y dando pequeños saltos en su lugar de manera inquieta. Tenían sus ojos negros clavados en el niño, o así era, hasta que repararon en la otra figura a un lado de este.

"Y me salvaste..."

Vieron a un joven de cabello verde, y orejas levemente puntiagudas, el cual los veía de manera indiferente con sus penetrantes ojos azules. Su vestimenta se componía de una camisa de franjas fucsia y negras con una corbata amarilla rayada al cuello, tenía unas mallas tanto en las piernas como en los brazos de color verde obscuro, encima de la camisa poseía un chaleco color beige adornado con huesos entrecruzados y sobre este llevaba una gabardina color rojo vino. Traía un short a juego, y sus zapatos eran negros terminados en una leve punta.

"No solamente de esos demonios..."

Tras verle, y sentir su mirada sobre ellos, los demonios dejaron de saltar y se tranquilizaron. Se removieron un poco nerviosos ante aquella presencia, hicieron lo más parecido a una reverencia que pudieron, y se quedaron un par de instantes quietos. El joven sacó de su boca la piruleta que comía, y movió los labios para que pudieran leer estos, su mensaje fue tan claro que hasta ellos lo entendieron: "Son una molestia". Inmediatamente, sudaron frío, procediendo a alejarse de ahí.

"Igual me salvaste de la soledad"

Rin abrió los ojos sorprendido al ver que esas criaturas, en su opinión, tan aterradoras se marchaban. Miró a ver al chico que estaba a un lado suyo, sus ojos reflejaron cierto brillo, su mirada era de sincera admiración. Estaba asombrado de que esas cosas se hubiesen marchado al percatarse de la presencia del muchacho, al cual agradecía haberse topado, que estaba en ese callejón.

— ¿Quién eres? — se atrevió a preguntar mirándolo fijamente.

— ¿Quién soy? Ah sí, mi nombre es Amaimon — dijo mientras pasaba la piruleta a un lado para poder hablar bien — El rey de la tierra, supongo que soy algo así como un hermano mayor para ti.

— ¿Mi hermano mayor? — repitió con curiosidad estando un poco desconcertado.

— Sí, tenemos el mismo padre — respondió con un asentimiento de cabeza.

— ¿El mismo padre? — cuestionó parpadeando perplejo — Oye, ¿Cómo es que esos monstruos se fueron? ¿No te dieron miedo?

"Conocerte, lo tomé como mi regalo adelantado de cumpleaños"

— No son monstruos, son demonios — habló, decidiendo ignorar por ahora la primera pregunta — No, no me dan miedo. Al contrario, yo les doy miedo, y no serían tan estúpidos como para atacarme.

Entre demonios... [Amaimon X Rin] #PGP2018 #PR2018Where stories live. Discover now