Capítulo treinta: Caos

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Divisar como el Rey Impuro se instalaba en donde solía estar la capilla antidemonios alarmó a los Exwire, habían escuchado con anterioridad algo sobre este. En el pasado, cobró un saldo de 40,000 víctimas. No obstante, sería un total desastre si su miasma llegaba a una gran ciudad como ahora lo era Kioto.

— ¿Qué haremos?

— ¿Hacer? ¡No tenemos que hacer nada, Moriyama-san! Debemos llevar a Ju-nii y a los demás hasta el Ryokan.

El que menos quería acercarse a semejante monstruosidad de demonio, era Shima. Él no era como su energético hermano Kinzo, quien se fue corriendo hacia el campo de batalla exigiéndole que saliese de su camino y que tendría una muerte digna como miembro de Myoda. Era un idiota.

— Shima tiene razón, Shiemi. Hay que llevarlos al Ryokan y alejarnos de aquí.

— ¿Y se supone que yo era el miedoso?

Escuchar la voz iracunda de Suguro causó que los presentes le voltearan a ver. Realmente que fue una sorpresa el ver a Ryuji ahí, ¿Por qué había acudido? Por su parte, Konekomaru simplemente podría decir que debía cuidar de Bon y asistirlo en todo lo que pudiese.

— ¿Dónde quedó lo de derrotar a Satán? ¿Acaso simplemente fue una mentira?

— ¡No fue una mentira! Lo decía en serio, maldita gallina.

— ¡No me digas gallina, maldito demonio!

La tensión que comenzaba a instalarse en el sitio no era buena. Rin no garantizaba poder abstenerse a apalizar al chico si este continuaba provocándole. Por su parte, Ryuji ya no sabía que le molestaba más, si que Rin fuese hijo de Satán o que optara por retirarse del campo de batalla tan fácilmente.

Llegó un punto en el que Shima y Konekomaru se vieron en la necesidad de sujetar a cada uno para evitar una pelea. Ni Rin Okumura ni Suguro Ryuji eran capaces de ceder, pero escuchar la tos de Paku debido al ligero miasma que el Rey Impuro comenzaba a liberar, causó que volvieran a la realidad.

— ¿Estás bien, Noriko-san?

— Sí, no se preocupen.   

— ¡Oigan mocosos! No podemos quedarnos aquí, el miasma no tardara en minar esta zona y volverse más denso, hay que llevar a los heridos al Ryokan ¡Muévanse de una vez!

Que el chico de sudadera gris de su clase estuviese parado en lo que quedaba del techo fue algo que no se esperaron. Incluso Rin, que conocía algo sobre ella por palabras del propio Mephisto. Kirigakure Shura clavó sus ojos violetas sobre los Exwire, cuando divisó a Rin, dio un salto y aterrizó justo frente a él.

— Me encargaron darte esto. ¡Ustedes mocosos! ¡Muévanse!

— ¿¡Ah!? ¿¡Quién te crees tú para darnos órdenes, Yamada!?

— ¿Quién me creo? Bueno, da igual que lo sepan ahora. Mi nombre es Kirigakure Shura, Rango Alto Primera Clase, ¡Ahora muévanse!

Cargar a los afectados hacia el Ryokan no fue un trabajo difícil, pero tampoco fue muy grato llevar personas a cuestas. Rin les habría propuesto usar la llave con alguna puerta que no estuviese dañada, pero Mephisto le dejó en claro que no podría divulgar la existencia de una llave así.

Se debatió entre abrir el sobre o ignorarlo, pero su curiosidad terminaba traicionándolo en las peores situaciones. Lo escrito en el papel le recibió con la desagradable sorpresa de no poder leerlo, las letras estaban un tanto raras y la lectura se le dificultaba. Sentir la mirada insistente de Shura, quien se había quitado la sudadera, lo fastidió.

— No puedo leerlo.

— ¿¡Ah!? ¿Y se supone que eres un exorcista Rango Alto Primera Clase? Dámelo, verdaderamente que los mocosos de ahora son-... ¿¡Qué mierda es esto!? ¡Yo tampoco puedo leerlo!

Entre demonios... [Amaimon X Rin] #PGP2018 #PR2018Where stories live. Discover now