Capítulo siete: Crecimiento

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"Uno crece no sólo físicamente..."

Y simplemente no lo entendían. Rin era calmado, cumplía con las actividades de la primaria y era extremadamente sociable. En sí, el pequeño, era muy agradable. Más, sin embargo, no entendían como un niño tan angelical llegaba a meterse en líos.

— Rin-kun — le llamó Satoko-sensei, enjarrando los brazos — ¿Por qué? Es la segunda pelea de la semana.

— Yo...— susurró empuñando las manos.

— Supongo que después de todo sí tendré que llamar a tu padre. Rin, sabes que... — y había comenzado el mismo sermón.

Rin se encontraba en el salón de clases, sentando en una sillita frente al escritorio de Satoko-sensei, su maestra de primer grado. El año que le quedó del parvulario, varios niños más notaron que era "raro" y le evitaban. Pero, ahora que estaban en primaria, solían molestarlo. Aquello no se detenía ahí, mientras que a él le molestaban con ese maldito jueguito, a Yukio le fastidiaban unos bravucones de un grado superior.

Estaban a mediados de curso, y se había vuelto habitual que el Okumura mayor se metiera en problemas debido a aquellas peleas, usualmente una por semana. Satoko, una maestra recién salida de la carrera, no tenía idea de qué hacer exactamente. Rin era un buen niño, aunque ante los ojos de las demás madres fuera todo lo contrario, y ella lo sabía.

— Dile que lo sientes — sugirió Amaimon, comiendo una piruleta, pues no quería volver a escuchar el sermón entero.

— Lo siento — se disculpó en tono triste.

— Rin-kun, debes avisarme de lo que pasa en vez de actuar por cuenta propia — dijo la rubia suavizando sus facciones — Para eso estoy, para ayudarte. ¿Vale?

— Sí, sensei — asintió el niño.

— Bueno, puedes irte a casa — dijo finalmente, se levantó de su silla y abrió la puerta del salón — Y recuerda lo que te dije.

— Sí, sensei — respondió el niño.

Una vez salió del salón, procedió a hacer lo mismo con la institución, para irse de una vez a casa. Debido a que su maestra tenía que hablar con él, Yukio volvió solo a casa, puesto que sus padres debían empezar a dejarles ir solos del hogar a la escuela y viceversa. Rin hizo un pequeño berrinche silencioso, el cual provocó una sonrisa un tanto burlona en Amaimon, debido a que ¿Por qué siempre a él le llamaban la atención como si fuese el culpable?

— ¡No te rías! — chilló frunciendo el ceño.

— Mis más sinceras disculpas, pero Ototou es demasiado kawaii~ — comentó el joven.

— ¡Nii-san! — se quejó.

Igualmente, aquello comenzaba a hacérsele habitual. Después de que su maestra hablara con él respecto a sus peleas, y soltara su ya conocido sermón, Amaimon traía en el rostro esa sonrisilla burlesca que el niño ya sabía identificar bien. ¿Por qué su hermano tenía que reírse de sus desgracias? Nuevamente infló los mofletes.

"...sino que también sentimentalmente"

— Mikoto-chan. 5x6, 4x8, 3x9, 12x3, 20x5 — dijo una aterciopelada voz femenina.

— Este...yo...— la niña estaba hecha un revoltijo.

— Minami-kun — y pasó de ella — 3x2, 5x8, 2x6, 1x10, 4x4.

— ¿3x2? Este...

— Rumiko-chan — el niño tardó demasiado en responder.

Irina, una joven y extremadamente guapa rubia de ojos azules, era la profesora de cuarto grado de primaria. Debido a la actual estación del año, que era otoño, ella vestía un suéter beige y unos jeans de mezclilla. Los estudiantes, por su parte, portaban su uniforme de otoño.

Entre demonios... [Amaimon X Rin] #PGP2018 #PR2018Where stories live. Discover now