Capítulo diez: Persecución

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— Maldito...— gruñó Astaroth, quitándose el polvo del escombro de encima.

Amaimon, desde que de una patada había dejado al demonio incrustado en la pared, no había bajado su guardia. Que el cuerpo de Shiratori recibiera daño no le preocupaba mucho, después de todo gracias a la regeneración de Astaroth se recuperaba a una velocidad extremadamente rápida, pero si se excedía y lo mataba de un golpe era más que seguro de que Rin se enfadaría con él.

— ¿Amaimon? — preguntó Astaroth al reconocerle — ¿Qué haces aquí, en Asshia? ¿Acaso te la has pasado en este lugar los últimos 10 años? — en ese momento fijó su vista sobre Rin— Un momento, malnacido ¿Por qué me atacas a mí? ¡Satanás-sama dio la orden de que lleváramos al joven príncipe a Gehena!

¿Joven príncipe? Rin no entendió a la primera, hasta que reparó en una de las cosas que Amaimon le había explicado años atrás. Existían en el mundo de los demonios lo que los humanos llamaban "Ocho reyes demonio de Gehena", aunque al estar junto a Satanás debían referirse a ellos como Príncipes puesto que aquel demonio era el rey supremo. La clara intención del rey de la putrefacción era llevarlo a rastras a ese mundo y volverle el príncipe más joven, pasando a ser "Nueve reyes demonio de Gehena".

— ¿Y eso qué? — Amaimon se había metido a la boca una piruleta.

— ¿Y eso qué? — cuestionó Astaroth incrédulo — ¿¡Y eso qué!? ¡Es una orden directa de Satanás-sama! ¡De tu padre! ¿¡Qué no piensas obedecerla!? ¡Tenemos que llevar al joven príncipe a Gehena de inmediato!

— Dudo que Rin quiera ser un rey demonio — pasó la piruleta a un lado para permitirse hablar — No irá a Gehena, le gusta más Asshia, además estar aquí es más divertido.

— ¿Divertido? — Astaroth ya no tenía paciencia — ¡Imbécil! Si tú no piensas acatar la orden, yo la cumpliré — sentenció caminando hacia Rin, pero...

— El imbécil eres tú — respondió agarrándolo del brazo y haciendo presión hasta que oyó algo romperse — No te llevarás a ningún lado a Rin.

— No entiendo tu insubordinación con Satanás-sama — dijo Astaroth soltándose en un arrebato, comenzando a marcar más sus facciones demoniacas — Sin embargo, cumpliré de una u otra forma la encomienda.

Aquello no fue del agrado del rey de la tierra, era más que consciente de que Astaroth, el rey de la putrefacción, nunca jugaba limpio. Bueno, después de todo, por algo era un demonio como todos en Gehena. Seguramente Astaroth se habría traído de Gehena a sus mascotas de manera industrial, podría apostarlo, en los últimos meses los demonios que más perseguían a Rin eran necrófagos.

— Rin, vete de aquí — las pupilas de los ojos de Amaimon se tornó carmesí.

— Nii-san — Rin se levantó de donde había permanecido sentado — Pero...

— Vete, Rin — pidió viéndole de reojo de manera suplicante — Yo te alcanzaré luego, ahora, ¡Vete!

— Maldición — gruñó el chico, para dar media vuelta y comenzar a correr — ¡Si te llegas a morir, te mataré! ¿¡Escuchaste!?

Su respuesta hizo a Amaimon sonreír levemente, esa sonrisa se borró cuando volvió la vista sobre Astaroth. El demonio le veía con recelo y confusión, Amaimon por su parte, le veía con recelo y seriedad. Ambos soltaron un gruñido amenazante, precediendo la riña que estaba a punto de estallar, y al siguiente minuto se lanzaron al ataque.

"La paz que tenía resultó ser efímera..."

— Joder — maldijo el adolescente por lo bajo mientras corría por un techo.

Entre demonios... [Amaimon X Rin] #PGP2018 #PR2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora