Capítulo uno: Punto de partida

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"Incluso desde que era pequeño sabía que yo no era bueno..."

— ¿Qué debería quemarte? ¿La nariz? ¿La boca? ¿O los ojos?

Un joven de cabellos negri-azul se encontraba apresado boca abajo por dos sujetos, uno era rubio y el otro gordo. El sometido chico apreció como el líder de la panda de delincuentes que lo tenía inmovilizado sacó de un bote metálico nada más ni nada menos una vara de metal con uno de los extremos al rojo vivo, inmediatamente le cogió del pelo y acercó dicho objeto a su persona. El joven se dio cuenta que su captor no bromeaba, temió por su seguridad.

— Detente...— dijo viendo la vara muy cerca de su rostro.

— ¡Haremos barbacoa humana! — rió desquiciadamente.

— ¡¡DETENTE!! — gritó cuando aquel caliente objeto estaba a milímetros de él.

Inmediatamente, se produjo una especie de pequeña explosión de llamas azules que lanzó lejos de él a aquellos sujetos que amenazaban contra su seguridad. Los tres subordinados del sujeto peli-lila pálido huyeron aterrorizados del lugar, mientras veían al joven que apresaban estar cubierto de llamas azules. El chico miró hacia adelante para ver como el líder se acercaba a él, cabía decir que sus facciones a su vista eran demoniacas, veía pequeños "bichos raros" alrededor del enloquecido muchacho mientras una cola pivoteaba de un lado a otro.

— Así que realmente no me he equivocado — mencionó con la voz ronca — Mi nombre es Astaroth. Mi joven príncipe, he venido a buscarle. Satanás-sama nos espera en Gehena.

— ¿Satanás? — mencionó por reflejo, maldiciendo la situación.

Vio como el demonio que recientemente se presentó como Astaroth, intentó cogerle con la intención segura de arrastrarlo al dichoso lugar llamado Gehena y por eso el joven intentó poner distancia de él mientras exigía que no se atreviera a acercarse más. Claramente que sus exigencias no eran escuchadas, Astaroth se hacía de oídos sordos a la vez que tenía en mente cumplir la orden dada por el Rey de los demonios.

— ¡No te me acerques! — gritó el muchacho.

Cada paso que Astaroth daba, era uno que el acorralado chico retrocedía. Unos instantes así bastó para que el de cabellos obscuros quedara realmente acorralado, pues su espalda terminó por chocar contra la malla metálica del sitio. Miró que Astaroth se encontraba a pocos pasos de él, y se sintió impotente. Apreció como el rey de la putrefacción estiró el brazo para cogerlo, y cerró los ojos exigiéndole que se alejara de él.

Escuchó un gruñido, proveniente de aquel ser que estaba más que dispuesto a llevárselo al mundo del que venía. Abrió los ojos, para dejarse deslizar por la malla terminando por acabar sentado en el piso, con la espalda apoyada en esta. Frente a él, Astaroth yacía incrustado en una pared, seguramente por algún golpe con la suficiente fuerza para hacerle terminar así. A sus oídos llegó el sonido inconfundible que es producido cuando alguien comía una piruleta, por instinto volteó a ver hacia esa dirección.

Su vista quedó clavada sobre una de las bardas, en la cual se encontraba un joven de aproximadamente unos dos años mayor que él. Este yacía de cuclillas en la barda, cual gato sentado, mientras comía una piruleta. A los pocos segundos, escupió el palito de esta al piso, y se incorporó poniéndose de pie.

— Mis disculpas por la demora — fue lo primero que dijo, y seguidamente fijó su atención sobre Astaroth, quien se desincrustaba de la pared.

— ¡Amaimon! — fue lo que el joven de cabello negri-azul dijo al verle.

Entre demonios... [Amaimon X Rin] #PGP2018 #PR2018Where stories live. Discover now