Capítulo veinticinco: Mala espina II

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Mephisto Pheles, caballero honorario y segundo príncipe y Rey Demonio de Gehena, nunca antes se había esforzado tanto en ayudar a alguien con anterioridad. Para todo demonio, ser puesto en su situación sería algo imperdonable, pero no podía hacer nada.

— ¡Mephisto!— se escuchó la voz desesperada de Shiro.

— ¡Que ya voy! Maldición.

El desgraciado de Shiro Fujimoto supo cómo traspasar su corazón protegido con aquella barrera de sarcasmo e indiferencia, supo volverse su talón de Aquiles. Sin perder más tiempo, tras ver como Yukio sacaba a los aspirantes a exorcista de ahí, tomó impulso y le propinó una patada de lleno al rostro a Astaroth. El demonio cayó hasta impactar contra el suelo.

— Tendremos que bajar y...

— ¡Rin!— Shiro no se lo pensó y se saltó de los restos del tren.

Los labios de Samael se fruncieron en una mueca. Saltó tras Fujimoto, bien sabía de la resistencia y experiencia del peli-gris como exorcista, pero eso no impediría que saliese con algo roto de semejante caída. A mitad del descenso logró sujetarlo del brazo, aminorando el impacto.

— Uno tendrá que frenar a Astaroth y el otro...

— ¡Tú ve por Rin! Con tus habilidades podrás encontrarlo antes que yo.

— ¿Podrías dejarme terminar de hablar por lo menos?— gruñó el Pheles.

Odiaba que le dieran órdenes. En toda su existencia, según recordaba, solamente a dos personas había hecho caso con respecto a tan delicado tema para el. El primero, realmente un demonio, era su padre: El rey de Gehena. Y el segundo...

— ¿Nos llamó, señor?— cuestionó un conejo verde menta.

Era el actual Paladín. ¿Qué le hizo Shiro? Era casi ridícula la forma en la que no podía negarle nada. La manera en la que dicho humano era capaz de sonsacarle información. Eso era peligroso, no solamente para él, igualmente para el padre adoptivo de los gemelos Okumura.

Invocó a uno de sus familiares: Los manipuladores del tiempo. 6 conejos de color verde menta enmascarados, con singulares borrones negros en lugar de una esponjosa cola, aparecieron ante él. Estos estaban a la espera de instrucciones que seguir por parte de su amo.

— Divídanse en grupos de 2 e intercepten a los esbirros de Astaroth, pretenden llevarse a Okumura Rin  — gruñó de malhumor.

Él se fue por la dirección que más le dictaba su instinto seguir, los Manipuladores del tiempo tomaron las direcciones faltantes, claramente después de unos instantes de shock ante la identidad del chico. En Gehena ya no había quien no hubiese oído hablar sobre él con anterioridad, de manera negativa, el mayor de los gemelos se hizo de una fama que nunca deseo.

La razón de la dispersión se debía a la cantidad, nuevamente, industrial que usó el Rey de la putrefacción para su segundo atraco. Shiro se encargaba de exorcizar a Astaroth en lo que Samael rescataba a Rin. Si bien, jamás estuvo en los planes del oji-esmeralda hacerle de niñera, tenía más que en cuenta el hecho de que el peli-gris no le perdonaría si dejaba que se llevaran al chico.  

— ¿A dónde creen que van, alimañas?— el hastío se notaba perfectamente en su voz.

Para su suerte, no tuvo que pasar mucho antes que interceptar al pequeño grupo que se llevaba al medio-demonio.

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— Es muy extraño que Samael-san nos haya llamado.

Dos Manipuladores del tiempo, los más jóvenes del sexteto, decidieron hacer equipo y buscar en la dirección que quedaba al norte. Ellos alcanzaron y se deshicieron de los Ghoul y Naberius que se toparon en su camino, sin embargo, aquel grupo era uno de distracción de los muchos que se formaron para obligarlos a dispersarse.

Entre demonios... [Amaimon X Rin] #PGP2018 #PR2018Where stories live. Discover now