Capítulo veinticuatro: Mala espina

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¿Qué? ¿Otra actualización? Sí, así es :D Aprovecho escribir mientras la inspiración está en mí >:3

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  — ¿Qué demonios está ocurriendo?— masculló Rin mientras veía el amplio cielo estrellado.

El viejo aún no había regresado, Mephisto tampoco, eso desde la tarde. Actualmente, ya era de noche, Yukio fue quién sabe dónde. Y Amaimon...

 " — ¿Eh? ¿Vas a salir?— cuestionó intrigado ¿A dónde iba todo mundo ese día?

— Aniue me pidió que le hiciera un favor— aquella respuesta la sintió distante— No tardaré.

— Vale...— carente de honestidad" 

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La verdad, era que a Amaimon, no le dejaron ningún encargo. Pese a su comportamiento infantil y despreocupado, en el fondo, tenía sus razones para ponerse alerta. Especialmente, debido a su instinto. 

El oído de los demonios era muy fino, él fue capaz de escucharlo, al contrario de Rin quien por la presencia de Shiro en el curso se veía preocupado. La desaparición de Negaus, el robo del Ojo Izquierdo del Rey Impuro y de la Urna de Astaroth...

— "No debo dejar que lleguen a Rin"— pensó mientras saltaba por los techos de los edificios desolados.

No podía ser una simple coincidencia. Definitivamente, tramaba algo, pero... ¿Exactamente quién? Reconocía que era un plan complejo, lo suficiente, como para no poder descifrarlo del todo y saber que era imposible que Astaroth planease algo así.

Daría con el demonio de la Putrefacción, le rastrearía, era capaz. La ventaja de ser un Rey Demonio, o en su caso haberlo sido, era que el cargo se ganaba a pulso. Fuerza o inteligencia, debilidad o astucia; aunque los humanos lo ignoraran, esa era la distinción que se hacían entre ellos.

Un demonio podría ser débil, ignorante en muchos temas, pero astuto. O al contrario. Sería fuerte, astuto, pero un completo imbécil o en ocasiones un genio. Astaroth era el ejemplo perfecto de lo primero y, de lo segundo, podría destacar a Samael y...

— ¡Joder!— gruñó de mala gana, deteniendo su marcha, justo en un techo en penumbras.

Retiró la mano del rostro, para ver cómo esta y seguramente igual su cara, estarían terminando de sanar. Agua bendita.  Osaron arrojarle agua bendita, pero ¿Quién? Fue en ese momento, en el que se percató de una presencia, no muy lejos de ahí.

En la obra en construcción cercana, abandonada desde hacía ya mucho, percibía a su atacante. No era humano, de eso, estaba completamente seguro. Se dirigió de inmediato al sitio, viendo a una figura en uno de los últimos pisos, por lo que se apresuró a llegar ahí a base de saltos.

Cuando sus pies tocaron la viga, de la planta predilecta de aquel individuo, rechinó de improvisto. La intemperie y el pasar de los años, tenían hecho mella en estas. El óxido pronto comenzaría a inestabilizar la estructura.

— ¿Quién eres tú?— cuestionó indiferente, acaso... ¿Era alguien conocido?

Sentía cierta familiaridad, no obstante, también estaba presente una terrible sensación de pánico. ¿Por qué? No todos los demonios podían ver en la obscuridad, así que una vez las nubes dejaron de bloquear la luz de la luna, en aquella destartalada construcción abandonada; obtuvo su respuesta.

— ¿Así es cómo me recibes? Hermanito— soltó tranquilamente aquella voz de tos esporádica.

Aún con el rostro, lo más inexpresivo posible, era notable cierta palidez y un leve sudor frío. Divisó a aquel sujeto, con una cola pivotando morosa, con uniforme y con una máscara impidiendo ver sus rasgos faciales. Sin embargo, no necesitaba verlos para saber quién era.

Entre demonios... [Amaimon X Rin] #PGP2018 #PR2018Where stories live. Discover now