Capítulo 23: Rosas en el jardín.

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Capítulo 23: Rosas en el jardín.

Siempre que iba por el boulevard me recibían un motón de burbujitas. Colores efímeros que sólo podíamos admirar. Una cortina de pompas de jabón que navegaban de la misma manera que íbamos nosotros en el mundo; en el aire, a la deriva, sin un destino fijo, esperando explotar...

Lo peor de todo es que cada una de las burbujas explotaban mientras intentaban ir arriba, en líneas torcidas, hacía el cielo, esperando alcanzar el paraíso que todos buscamos y pocos encontramos. Creo que eso es lo peor de todo, intentar alcanzar el cielo y desaparecer antes de hacerlo.

Las burbujas eran demasiados efímeras... igual que el tiempo; el tiempo que pasaba con Luzbel...

Cada día, cada minuto, se iba tan deprisa que apenas me daba cuenta de que el día había terminado. Aunque había ocasiones en que atrapaba el tiempo, ahuecaba mis manos y conseguía capturar segundos antes de que emprendiera el vuelo como una mariposa asustada. Conseguía atesorar instantes pequeños; un beso dado lentamente en los labios, un suspiro sobre su piel y erizarla en el acto, o una mirada lenta y minuciosa.

Todo me parecía tan hermoso que incluso consideraba seriamente que la idea de volar no era descabellada. Estaba feliz, feliz de que Luzbel dejara su trabajo.

Debo confesar que los primeros días que Luzbel no fue a ese maldito prostíbulo, yo estaba inquieto. Sentía que todo podía ser mentira y él pudiese regresar a ese lugar. Sí, desconfiaba de su palaba, ¿Por qué no iba a hacerlo? Tantos meses rogándole que abandonara su trabajo y ahora lo hacía. Era extraño. Pero no por eso me quejaba. Regresaba a casa apurado, con el temor de que al llegar a casa él ya no estuviese. Pero estaba allí. Estaba en casa. Y no se iba a ir a ninguna parte.

La primera noche que no fue al burdel durmió plácidamente sobre la cama. Creo que durmió alrededor de doce horas continuas. Me quedé contemplándolo toda la mañana, su cuerpo sobre la cama, la respiración pausada, los ojos cerrados y los labios entreabiertos. Nada parecía perturbarlo. Creo que durmió todo lo que no había dormido en años...

Sin embargo, pese a que él había dejado su trabajo, las fotos y videos seguían siendo enviados. Esta vez no me llegaban a casa, sino directamente al trabajo. No sabía quién las enviaba, y cuando preguntaba en el despacho por quién las había dejado, nadie sabía nada. Era frustrante. Aun así, no abrí ni uno solo de esos sobres, sabía que era lo que contenían. Mientras tanto, seguía buscando una residencia donde pudiésemos mudarnos. Un lugar bonito donde pudiéramos tener nuestro propio jardín de rosas. Un paraíso perfumado y lleno de espinas.

Casi como la vida misma...

Johan me ayudaba con eso. Me mostraba folletos de residencias alejada de la ciudad y que parecían sitios saludables para comenzar una nueva vida. Yo aún no me decidía por cual, pero me emocionaba mucho tener opciones.

−Ah, allí vive mi hermana –comentó una compañera de trabajo mientras admiraba las casas dentro de los catálogos−. Es un vecindario bonito y agradable. Y las casas son preciosas.

En casa de Johan habíamos cinco personas, incluyendo al propio Johan y a mí. Él tenía la costumbre de traer gente a casa cuando en el hospital se realizaba mucho trabajo pesado. Esa mañana un camión de caña había chocado a un transporte público. La cantidad de heridos llegados fue devastadora; niños, mujeres, ancianos. Todos heridos, algunos muertos. Hacía tiempo que no veía tanta sangre junta...

En un principio fue algo muy aterrador. Es normal que te petrifiques ante un accidente tan cruel. Salí pronto de mi estupor y puse manos a la obra. Más de una persona murió... sentí ese nudo en la garganta y esa molestia en el estómago, pero no dejé que mis manos temblasen ni que mi vista se nublara por las lágrimas. Tenía que mantener mis pies de acero y mi rostro imperturbable. A veces tienes que ser así. A veces solo tienes que tragarte todo y respirar lentamente. A veces tienes que parecer insensible para hacer algo.

La miserable compañía del amor.Where stories live. Discover now