29 Cartas

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Gabriel no creía del todo en el destino.

Él era la clase de persona que pensaba que cada quien escribía su futuro, no que estaban encadenados a un futuro ya escrito e inmutable.

Pero si estaba de acuerdo en que había ciertas cosas que cada persona tenía que aceptar y no se podían cambiar tan fácilmente. Pero las consideraba más como condiciones que algo que determinase lo que alguien debía ser.

Por ejemplo, para alguien nacido en clase baja no sería sencillo llegar a la cima teniendo más carencias que alguien nacido en clase alta, pero eso no significaba que con esfuerzo y dedicación no pudiese llegar lejos.

También había otras cosas con las que una persona debía cargar y que no se podían deshacer, como alguna enfermedad o algo similar. Pero él consideraba que en esos casos, el llamado "destino" pasaba a ser un camino en vez que una meta.

Algo que recorrer en vez que alcanzar.

Los humanos no eran como pájaros encerrados en las jaulas del destino, sino que eran aves libres cuyo destino estaba escondido en las alas que utilizaban para volar.

El único destino inmutable que compartían los humanos era la muerte, y ni siquiera se la podía definir o predecir con exactitud ya que nadie sabía cómo ni cuándo moriría.

La vida tenía sus giros y sorpresas, con sus circunstancias cambios, pero era trabajo de cada hombre el saber jugar las cartas que el destino le había repartido para ese gran juego llamado vivir.

Y Gabriel había sido un hombre golpeado por las circunstancias de la vida, pero no pensaba quedarse cruzado de brazos y dejar que el destino decidiese por él.

Haría todo lo posible y aún más para reescribir la realidad en la que se encontraba, solo debía saber jugar bien sus cartas para obtener los comodines que necesitaba para su jugada maestra.

GabrielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora