18 Amor

293 29 15
                                    

Gabriel había oído incontables veces a las personas hablar sobre el amor, sobre cómo este te hacía perder la cabeza volviéndote un completo idiota, que te presentaba al amado como un ser perfecto y sin error, sobre que era algo completamente mandado por el corazón y nada se podía hacer al respecto, que era algo que podía surgir espontáneamente y de un momento a otro incluso a primera vista.

Estas y otras ideas similares que había escuchado Gabriel solo le hacían llegar a una conclusión: eran un montón de tonterías y quienes las decían unos pobres ignorantes.

No era que él fuese un experto en amor ni nada parecido, pero estaba más que seguro de que esas afirmaciones eran equivocadas.

Si bien era cierto que cuando una persona comenzaba a sentirse atraída y "gustar" de otra podía actuar de forma tonta, esa era solo una faceta del enamoramiento. El enamorarse y amar realmente a una persona iba mucho más allá de nervios y estupidez, esa era una etapa que después se superaba de alguna u otra forma.

Un verdadero y total enamorado se sentía a gusto en la presencia de la persona que amaba, sintiendo que podía ser uno mismo cómodamente y sin necesidad de impresionar a esa persona para que esta permaneciese a su lado.

¿Él se había comportado como un idiota frente a Emilie? Demasiadas veces para bien de su orgullo, pero más adelante y a medida que se fueron conociendo, aprendió a ser él mismo cómodamente a su lado disfrutando de su presencia en lugar de sentirse ansioso.

También le parecía absurdo el decir que el amor hacía ver a la persona amada como un ser Perfecto y sin fallas. Eso solo era señal de que no se conocía en su totalidad a la persona o que realmente se seguía en la faceta de ceguera y estupidez.

No se puede amar lo que no se conoce. Se debían conocer las virtudes y defectos del ser amado, y saber aceptarlos todos como parte de esa persona.

¿Alguna vez Gabriel había dicho que Emilie era perfecta? Eso era algo de lo que nunca se cansaría de afirmar, pero no en el sentido que muchos creían. Conocía todos y cada uno de los defectos de Emilie, muchos jamás dejaban de molestarle y admitía que él también poseía muchos a los que ella no terminaba de acostumbrarse, pero había aprendido a aceptar que estos formaban parte de ella y que sus virtudes sabían compensarlos, que valía la pena lidiar con sus fallas con tal de estar a su lado.

Emilie era perfecta para él en ese sentido, a su manera, con sus vicios y virtudes, con días buenos y malos, complementándolo y ayudándole a ser cada día mejor persona.

Otra afirmación que le parecía ridícula era que el amor era algo únicamente del corazón y que nada se podía hacer al respecto. Reconocía que el corazón solía ser el principal encargado de las emociones y sentimientos, pero el amor era algo que iba más allá de un impulso o estremecimiento emocional.

La mente y la inteligencia también jugaban un papel importante al momento de amar con profundidad, se debía "aprender" a amar y "decidirse" a hacerlo.

No era algo fácil de reconocer y asimilar los defectos de la persona amada y aceptar que estos formaban parte de ella, se reharía esfuerzo y constancia para poder hacerlo. No era un simple encanto que huía o desaparecía en cuanto las cosas dejaban de ser "mágicas".

Además de decidirse a amar, también era necesario aprender a hacerlo de forma inteligente, sabiendo velar por el bien la seguridad y felicidad de la persona amada. De nada servían gestos y regalos bonitos si no se podía proteger, cuidar y mantener feliz a quien se amaba.

¿El amor de Gabriel a Emilie siempre había sido algo "pensado"? Por supuesto que no, al inicio no fue algo que él decidiera o pudiese pensar, sino que surgió sin que se diese cuenta. Pero al momento de plantearse algo más serio y concreto con Emilie, se obligó a pensar mejor las cosas: ¿Cómo podría hacerla feliz? ¿Qué podía hacer para cuidarla? ¿Qué clase de futuro quería y podía ofrecerle? ¿Qué estaba dispuesto a hacer y sacrificar por ella? ¿Qué debía mejorar de su mismo? ¿Cómo podía ayudarla a ella a mejorar?

Pero sin duda, la más absurda y ridícula afirmación sobre el verdadero amor era, a su parecer, que dijesen que el amor podía surgir de repente y a primera vista.

No iba a decir que no existían los llamados "flechazos" ni que uno no podía quedar prendado en el primer encuentro con la persona con la que más tarde podría incluso llegar a casarse. Lo que Gabriel decía era que eso no contaba como verdadero y profundo amor.

El amor era como una flor que debía cuidarse y nutrir para que pudiese crecer y florecer, algo que llevaba tiempo y sacrificio. Era imposible conocer total y profundamente a una persona en unos pocos minutos o segundos que podría durar un primer encuentro.

¿Cómo se iban a reconocer y aceptar las virtudes y defectos de alguien si a duras penas se sabía su nombre? Ese era un trabajo de meses o incluso varios años, y a pesar de eso jamás se terminaría de conocer en su totalidad a esa persona.

¿Gabriel entonces no creía en el amor a primera vista? No exactamente, pero algo similar pensaba. Opinaba que si se podía sentir una gran empatía o cariño por alguien al momento de conocerlo, algo así como un "gustar a primera vista" o una "muy buena impresión", pero negaba que ese fuese el verdadero amor en sí aunque con el tiempo podría evolucionar a serlo.

El amor era algo que crecía y se cuidaba con el tiempo, el sacrificio y el conocimiento de la otra persona entre otras muchas cosas más. No era algo repentino que podría desaparecer con la misma velocidad que había surgido.

Gabriel no se consideraba un experto en el amor y las emociones ni mucho menos, pero si sabía lo que era amar y ver crecer y madurar al amor.

GabrielWhere stories live. Discover now