06: Paternidad

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Si había algo de lo que Gabriel Agreste jamás había sido acusado era cobardía.

Siempre había sido una persona de carácter fuerte que no temía correr riesgos si veía que estos valían la pena.

Se sentía preparado para casi cualquier cosa que la vida pudiese ponerle en frente.

Pero nunca se sintió tan desorientado, temeroso y emocionado como en el momento en que supo que sería padre.

No era que le disgustase la idea de formar una familia ni que considerase una mala noticia el embarazo de su esposa Emilie, solo que... le aterraba pensar que no estaba preparado para eso.

La paternidad no era un juego, no podía darse el lujo de cometer errores o negligencias, el precio a pagar por esto era la formación de su propio hijo.

Gabriel no era tonto, sabía que Emilie estaría allí para ayudarlo en la crianza del pequeño y que ella sería una estupenda madre.

Pero así como estaba seguro de que su esposa lo haría de maravilla, sabía que para él no sería nada fácil.

No tenía el carácter necesario para tratar con niños, tampoco se le daban bien las muestras de afecto ni el relacionarse con las personas, sabía que por mucho que amase a su hijo no se comportaría como un "padre cariñoso" y estaba seguro de que se le daría fatal jugar con un bebé.

Pero aun así solo podía sonreír bobamente al ver a Emilie con ese inflado y creciente vientre, compartiendo su emoción al escucharla preguntarse ilusionada que clase de persona sería su bebé cuando naciese: niño o niña, que personalidad tendría, como sería el sonido de su voz, cuál sería su comida favorita o que juegos y travesuras haría al crecer.

A Gabriel le aterraba la presión de la paternidad, pero al mismo tiempo le llenaba de felicidad la idea de ser padre.

Confiaba que todo saldría bien si Emilie y él se esforzaban juntos para educar y criar ese pequeño fruto de su amor.

Pero con lo que Gabriel no contaba era que pasados algunos años él solo tendría que hacerse cargo de la paternidad de Adrien. Emilie no estaba para ayudarle.

Amaba con locura a su hijo, con la misma cantidad que a ella, por eso se empeñaba tanto en recuperar a Emilie.

Adrien la necesitaba, él la necesitaba, ella no podía dejarlos solos.

No era fácil el día a día sin Emilie, pero Gabriel fue descubriendo que la paternidad no era tan atemorizante estando solo.

Aún le dolía la ausencia de su esposa, pero creía ver como poco a poco iba mejorando su relación y trato con Adrien.

¿Seguía siendo un pésimo padre? Por supuesto que sí, sin duda le quedaba demasiado por mejorar, pero sentía como de a pequeños pasos iba haciéndolo.

Abrazar a su hijo cuando nunca fue una persona afectiva, ver la película de "Solicitude" juntos a pesar de los recuerdos que esta le traía, tocar a dúo una pieza de piano siendo de toda la vida un solista, permitirle un poco más de salidas con sus amigos aunque siguiesen sin agradarle del todo las amistades de su hijo.

Esos detalles que para Gabriel eran difíciles de hacer pero que sentía invaluables a pesar del dolor oculto que estos le despertaban.

Pero valían la pena con tal de ver ese brillo especial en los ojos de su hijo, de sentir esa calidez derretir su herido corazón de hielo, de recibir uno de esos sorpresivos abrazos de agradecimiento, de sentir que tal vez, solo tal vez, estaba haciendo las cosas bien.

– Espérame un poco más hijo, pronto te traeré de vuelta a tu madre. – dijo HawkMoth una vez transformado, a la espera de un nuevo campeón capaz de darle aquello que necesitaba para reconstruir su amada familia.

GabrielWhere stories live. Discover now