12 Piano

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– Vamos Gabriel, solo una vez ¿Si? – volvió a insistirle ella.

– Emilie ya te dije que no es para tanto, solo olvídalo. – contestó él intentando no perder la concentración el dibujo que hacía.

– Entonces solo hazlo, nunca te he escuchado tocar el piano y de verdad quiero hacerlo. – siguió pidiéndole.

– No soy tan bueno, solo toco para distraerme de vez en cuando. No entiendo porque insistes tanto. – respondió el Agreste pretendiendo seguir dibujando. Sabía que en cuanto apartase la vista del boceto y se encontrara con ese par de esmeraldas y la sonrisa que de seguro ella estaba haciendo no podría seguir negándose.

– Y yo no entiendo porque sigues diciéndome que no. ¡Solo toca una canción! – le dijo la chica a modo de berrinche. ¿Por qué Gabriel tenía que ser tan obstinado? ¡Ella solo quería escucharlo tocar el piano!

El joven solo suspiró resignado, no podía seguir evitándolo por siempre y al parecer había contagiado algo de su terquedad a Emilie.

– Está bien, pero solo una canción y ni se te ocurra burlarte. – dijo rindiéndose.

Sabía que ella jamás se le burlaría, pero no podía encontrar otra forma de disimular sus nervios, nunca antes había tocado para nadie que no fuese su profesor o un pariente cercano.

En cuanto se sentó frente al instrumento, Gabriel suspiró intentando calmarse y disipar sus nervios mientras Emilie lo miraba emocionada y llena de ilusión.

Las suaves notas comenzaron a sonar en la habitación al momento que en que una dulce melodía inundaba el lugar, transmitiendo emociones que no podían simplemente expresarse con palabras...

– Vamos Gabriel, solo por esta vez ¿Si? – le pidió ella sonriendo soñadora.

– Lo haré pero solo si alejas esa cámara, ni se te ocurra encender esa cosa. – respondió él mirando amenazante el objeto que su esposa trataba de ocultar detrás de su espalda.

– Oh vamos ¡Será un video precioso con mi dúo pianistas favoritos! – insistió Emilie con una sonrisa divertida.

– Ya te dije que los Agreste somos solistas, y no se permiten cámaras en este recital. Si sigues así tendremos que hacer un concierto privado sin tu presencia. – respondió serio pero con una mirada juguetona al seguirle el juego.

– Eres un terco Gabriel. – dijo la mujer resignándose y dejando la cámara en una mesita de la habitación antes de acomodarse en una silla. – Ya está, ahora ¡Que inicie la función! – exclamó emocionada.

Gabriel sonrió divertido por el comportamiento de su esposa, se posicionó frente al piano y acomodó en sus rodillas a su pequeño acompañante de música.

Un pequeño niño rubio miró el enorme instrumento frente a él con sus ojos esmeralda llenos de curiosidad, la cosa con teclas que tocaba su papá era mucho más grande de cerca.

Una suave melodía inundó la habitación, acompañada poco después por unas desentonadas notas cargadas de ilusión y entusiasmo infantil, la armonía en la canción se perdía pero el amor de esa familia se podía palpar en el aire entre la música del piano.

GabrielΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα