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                                            ...Pero cuando estamos haciendo el amor haces que valga la pena•








Siempre que me enfadaba mucho me daba dolor de cabeza, creo que esa es una de las razones por la cual trato de tomarme todo a la ligera, aunque esta vez no pude hacerlo. Esto estaba más allá de lo que podía soportar.

Mire a Paúl a mi lado y acómode mi cuerpo cerca del suyo. Él ya se encontraba completamente dormido y aunque yo intentará hacer lo mismo no podía conciliar el sueño de ninguna manera.

La imagen de Abraham besando a esa chica llegaba a mi cabeza apenas cerraba los ojos. Estaba un poco confundido con este caso, una parte de mi se negaba a creer que él pudiera hacerme esto, me recordaba que era Abraham de quien se trataba y que él me amaba con toda su alma, me decía que jamas podría hacerme daño, pero otra parte, otra un poco más rencorosa y la cual odiaba, me recordaba que no era la primera vez que Abraham me hacía sufrir, que incluso lo había echo miles de veces y no sería raro que lo hiciera de nuevo. Me recordaba que al lado de Abraham no era nada y que era algo sabido que en cualquier momento él buscaría a alguien mejor.
Incluso me decía que lo único que Abraham quería era meterse entre mis piernas y ahora que lo había obtenido ya no tenía nada que hacer a mi lado, aunque me negaba a creer esa última.

Pero no sabía cuál de mis dos partes tenía la razón, mi mente estaba tan enredada y mi corazón ya había sido herido tantas veces que no quería seguir pensando en eso.
Así que complemente cerré mis ojos y aunque esas imágenes seguían atormentando en mis sueños me dije que lo mejor sería dormir.

Cuando el sol entró por la ventana molestando mis ojos me levanté con mucha pereza, busque a Paúl con la mirada pero lo único que halle fue un lugar vacío en la cama.
Suspire pesadamente. Me sentía agotada, tanto física como mentalmente.

Me dirigí al baño de mi habitación y me despeje de mi ropa, lo único que me apetecía ahora era un buen baño.

No sabía cuanto tiempo había estado exactamente bajo la ducha pero no quería salir, me sentía muy fatigada y sólo quería dormir.

Sentía que mis ánimos estaban decayendo y malditasea, lo odiaba. Odiaba que el estar feliz o bien tuviera que depender tanto de una persona, de Abraham. Pero no podía evitarlo.

Me senté frente al espejo, amarre bien la toalla a mi cuerpo y saque la toalla que estaba sobre mi cabello.
Comencé a cepillarlo suavemente, sin muchos ánimos y sin fuerza. Levante mi cabeza para mirarme al espejo y sólo ahí pude verlo.

Su mirada estaba fija en mi, parecía estar teniendo una batalla interna con su mente y su corazón. Era consiente de que él no sabía que hacer o que decir pero yo tampoco iba a hacerlo, porque no quería ser la primera en hablar y en solucionar todo.
Ya me había cansado de ser yo la que siempre luchaba por ambos.

Estaba agotada.

Cuando nuestros ojos se encontraron volví mi vista al cepillo sobre mi mano y no hable, ni respire, ni suspire. Sólo permanecí allí sentada mirando mi mano.

-¿Dejas que cepille tú cabello? - La voz de Abraham sonó débil y apenas audible.

Que dijera eso antes que una disculpa me enfureció pero simplemente permanecí en silencio y me encogí de hombros. Él se acercó a mi con mi mucho cuidado, como si tuviese miedo de mi reacción, pero a estas alturas ya ni siquiera me importaba demostrarle que estaba realmente enfadada y decepcionada. Estaba cansada de demostrarle mis sentimientos y que siguiera sin entenderme.

Abraham tomó el cepillo y comenzó a peinar mi cabello suavemente, ninguno de los dos dijo nada, ninguno de los dos se atrevió a mirar a los ojos del otro, ya que si lo hacíamos, ambos hallaríamos algo que nos destrozaría el alma.
Se había generado un ambiente tenso pero ninguno de los dos parecía querer romperlo o teníamos miedo de hacerlo.

Tras La Pantalla ||Abraham Mateo|| COMPLETA.Where stories live. Discover now