La cuidad del amor

433 41 1
                                    

63

Ultimamente las cosas con Abraham habían estado saliendo demasiado bien y admito que eso me asusta. Cuando en mi vida algo va bien parece que siempre alguien se encarga de moverla un poco de lugar para que mi camino se desvíe y todo comience a salirme mal.

No me malinterpreten,no es que sea negativa, sólo que después de casi diecinueve años de mala suerte,eceptuando aquellas ocaciones en la que Abraham estaba en mi vida, que las cosas comenzarán a salirme bien,como estaban ahora,era algo raro,algo que no me inspiraba confianza,pero que sin embargo me alegraba y aliviaba.

Estaba feliz ahora mismo con Abraham, las cosas entre nosotros estaban saliendo demasiado bien,él había estado demasiado cariñoso conmigo y eso en verdad me llenaba de alegría. Lo queria,lo queria demasiado y que él me quisiera con la misma intensidad que yo me daba razones para vivir y ser feliz.

En verdad amo mucho a Abraham.

Amo la forma en la que hace sentir, por que no siempre encuentras a alguien que sea la razón de tus sonrisas. Y lo mejor de todo es que Abraham siempre había sido la razón de mi sonrisas, incluso cuando no me conocía,por que él era mi ídolo y era aquella persona por la cual sonreía todas la mañanas,días y noches.
El era aquella persona que aún cuando no conocía,estaba deseando que aparecía en mi vida.
Era aquella persona que me hacía feliz aún sin darse cuenta.

Abraham era mi vida.
Abraham es mi felicidad.

Pero así como toda felicidad no duraba mucho, o al menos para mi. Por que cuando me subí a aquel elevador -algo en mi sabía que no devía hacerlo-, esperando empezar un dia normal como siempre -lo más normal posible-, todo se vino abajo.

Ellas llegaron.
Y con ellas mis dudas.
Mis miedos.
Mi bajo autoestima.

Siempre había sido el mundo exterior,las personas a mi alrededor,la que me hacían dudar sobre mi y sobre cualquier cosa que pasara en mi vida.

Esta vez queria que fuera diferente. Pero parecía que el destino no lo quería así.

Las lágrimas cayeron de mis ojos cuando finalmente comprendí lo que estaba pasando.
Me estaban atacando.

Cubrí mi rostro con ambas manos y solloce.

_Ustedes no saben nada. No lo hacen. -Murmure. No quería llorar, no quería que ellas ganarán esta batalla,que me vieran débil, que me vieran rota.

_Sabemos que no podrías hacer feliz a Abraham, no como eres, no por quien eres. -Hablo la que parecía más grande de ellas. Entonces,la más pequeña,que debería tener entre unos catorce o quince años comenzó a decir un montón de cosas en francés, cosas que no comprendía pero eran obviamente insultos.

Cuando las puertas del elevador volvieron a abrirse corrí hacia la salida, dejando atrás a las fanáticas groseras de Abraham y llevando conmigo nuevas inseguridades por vencer.

En verdad estaba tratando de calmarme y no dejar que todas las horribles palabras que aquellas chicas me dijeron me afectaran tanto. Abraham me había traído  aquí para que pasemos un lindo momento,no para que yo este moleatando nuevamente con mis inseguridades hacia mi misma.

Debía relajarme y dejar de llorar,no podia dejar de esto me afectara tanto.

Llegue al restaurante del hotel en donde había  quedado  con Abraham,limpie mis lágrimas antes de entrar y al no verlo sentado en alguna de las mesas casi corri al baño.
Necesitaba relajarme o lloraria aún mas.

Lave mi cara varias veces y suspire tratando de calmarme.

Las cosas estaban saliendo tan bien hasta que entre a ese elevador, ¿por qué  no  me pude quedar en la habitación a esperar a Abraham como él me lo había propuesto?, oh dios. Me odio.

Tras La Pantalla ||Abraham Mateo|| COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora