Alumnos nuevos

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Advertencia: La siguiente historia tiene participación activa de Original Characters (OC's). El concepto de ángeles y diablos utilizados en esta historia son traidos de mi imaginación.

Además, contiene vocabulario vulgar, humor paródico y que no debe ser tomado en serio. Puede que la personalidad de algunos personajes este ligeramente fuera del cannon (hablando de los que no son Oc's).

* * *

En alguna parte de Tokio, Japón, en un barrio de mala muerte y en un apartamento más asqueroso que tú después de hacer deportes en verano, se encontraba una joven con unos grandes ojos que suelen describir como "avellana", aunque tienen un ligero toque ámbar. Su cabello era castaño claro, recogido en dos coletas con las puntas rizadas y su fleco peinado a los costados. Ella inspeccionaba con la mirada todo "su" departamento, en su cama había un par de maletas grandes llenas de ropa, medicamentos y algunos aparatos. Tarareaba distraídamente, hasta que...

~Dam dadi doo, dam dadi doodi dam~

La joven se aproximó con rapidez hacía su celular, no tardó nada en contestar—. ¿Hola?

—Mikan... —Oh, oh—. Me preguntaba... ¿¡Dónde carajos estás!? —gritó. Ya está, estaba enojada—. ¡Llevas media hora de retraso! —regañaron desde el otro lado de la línea.

—Calma, Natsuki, ya sólo me faltan un par de maletas —musitó con aparente tranquilidad, por dentro estaba rezando piedad al Creador.

—Mira, mi vida. —Vale, el sarcasmo también son signos de enojo. Te daré quince minutos, si no llegas voy a arrancarte esas hermosas coletas que tienes... ¡con los dientes! —Una vez concluida su amenaza, la persona del otro lado de la línea cortó.

—Ay dios —balbuceó al escuchar los pitidos que indicaban que le habían colgado. Soltó un pequeño suspiro antes de continuar con su tarea. Le tomó catorce minutos con cincuenta y dos segundos y tres nanosegundos terminar de empacar todo. Una vez estuvo lista, tomó las maletas y cerró sus ojos por unos segundos, tratando de concentrarse en el lugar en que se iba a reunir con su grupo. Poco a poco desapareció de la habitación, hasta que no quedó rastro de ella en el sitio.

. . .

Malnacida de mierda, me cago en tu puto padre. ¿Por qué siempre nos hace lo mismo? —Se preguntaba mentalmente mientras colgaba su celular.

—Lo sabes, sólo es una idiota irresponsable. —Todos los presentes voltearon a ver al joven que había pronunciado dichas palabras. Su cabello albino, corto y desordenado, su piel blanca como la nieve, sus ojos entrecerrados de un frío azul rey. Leía desinteresadamente un libro el cual sostenía con una de sus manos, la otra estaba escondida en uno de los bolsillos de la chaqueta que usaba.

—Shiro. —La joven le miró con una clara expresión de enojo, los demás ya sabían lo que diría o más bien gritaría—. ¡No leas mi mente, pedazo de bestia!

—Siempre dices lo mismo, aunque sabes que nunca dejará de hacerlo —comentó burlonamente otra joven; su cabello era oscuro como la noche, suelto y llegaba a la altura de las costillas, su fleco cubría la mitad derecha de su rostro, escondiendo uno de sus ojos. La mitad visible dejaba ver una piel pálida, como si de un enfermo habláramos, su ojo era color fucsia, bajo este había un pequeño lunar.

—Yami, por favor, no los molestes —pidió una chica, la más baja del grupo, con unos intensos ojos rojos, que reflejaba una mirada dulce. Su piel era blanca, pero sus mejillas tenían un pequeño rubor natural. Su cabello era largo, tanto que llegaba un poco por debajo de las rodillas, suelto y negro.

Cuando los ángeles se vuelven diablos. [Gakuen Alice]Where stories live. Discover now