Casa del ¿horror?

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—¡Ayuda!

—¿Qué pasa? —pregunta Shiro entrando a la habitación de Natsuki.

—Ayuda —suplicó Mikan, quien estaba tirada en el piso boca abajo, encima de ella yacía Natsuki, acurrucada como si fuese un cachorro.

Como todas las mañanas, había ido hasta la habitación de la joven intentando despertarla, recalquemos lo de intentar, se podrán dar cuenta de que no salió nada bien.

—¿Por qué? —lloriqueó.

Shiro ignoró el llanto y lamentos de la castaña, acercándose y poniéndose a la altura de ambas, tomó con delicadeza un mechón de cabello oscuro, para poder apartarlo de su rostro y dejar expuesta su oreja. Se acercó con cuidado hasta que su boca estaba sólo a centímetros de sus oídos.

—¡Levántate, intento fallido de mujer!

—Cierra la boca ser primitivo con cabellos de semen —contestó malhumorada la joven, digo, a nadie le gusta ser despertado entre gritos.

—Mocosa irritante.

—Estúpida rata de biblioteca.

—Patético ser que sólo sabe dormir y comer.

—Maldito tsundere.

—Puta inútil.

—¡Hijo de puta!

—¡Que te den por el...!

—¡Basta! —exclamó Mikan, poniéndose en medio de ambos, pues para este punto la pelinegra ya se había quitado de encima suyo para poder encarar al albino—. Los dos son tan...

—¡No te metas, estúpida! —ordenaron dándole un fuerte empujón que le hizo caer de trasero.

—¡Ustedes...! —Los dientes de la joven rechinaron, con un pequeño tic en el ojo que demostraba la ira contenida en su pequeño y nada frágil cuerpo. Poniéndose nuevamente en pie, agarró a ambos por sus muñecas, llamando su atención—. ¡Ustedes hijos de la gran [Censura], váyanse mucho a la [Censura], aquí los dos son unos grandísimos [Censura], desesperantes, inmaduros, enojones de [Censura], que les den a los dos por el [Censura].

—Lindo vocabulario, Gatito —susurró alguien a su espalda, consiguiendo que Mikan se volteara inmediatamente.

Estaba demasiado enojada como para darse cuenta que sus alice se habían descontrolado, hasta el punto que usó sin querer la piedra de teletransportación que se había insertado hace unos días por una misión.

Está de más decir que todos en la cafetería, que fue el lugar donde terminaron los tres, tenían los ojos ampliamente abiertos, horrorizados por la cantidad de insultos que dijo en menos de un minuto.

Al darse cuenta de su situación, las mejillas de la chica empezaron a colorearse de un intenso rojo, a su lado Natsume le observaba con burla y Ruka tenía una mezcla entre sorpresa y algo de pena por ella.

La atención puesta en Mikan se desvió cuando todos oyeron un ruido proveniente de Natsuki y Shiro, que no tardaron mucho en descojonarse en carcajadas sonoras y muy audibles. Nuevamente el asombro inundaba a unos cuantos, más que nada en quienes conocían a ese par.

Quizás esa sería la primera vez que veían en el albino una mueca positiva, en este caso una risa, y los pocos que ya entendían la dinámica del par les resultaba extraño verlos reír juntos.

—A... ay, de... deberías ver tu cara. —Intentó decir Natsuki, quien aún estaba en pijama, sosteniendo su estómago sin poder parar de carcajearse.

—N... no puedo creer que... que nos hayas... —Shiro no estaba mejor que ella, esto había podido más que su intención de ser el chico frío y sin sentimientos.

Cuando los ángeles se vuelven diablos. [Gakuen Alice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora