No me pondré ese traje

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Como se esperaba, debido a las decisiones de Taiyo, como: Salir de la academia sin permiso, llevarse con ella a otra estudiante, no informar de su situación hasta mucho después y usar su poder de ángel de manera descuidada, con riesgo a que esa alumna antes mencionada le descubriera; un castigo era lo único que se podía esperar.

Y sin embargo, nadie iba a negar que sus acciones evitaron que sus compañeros ahora estuvieran encima de un navío de la AAO en camino a quién sabe dónde, quizás Rusia.

Sólo por esa razón y porque a pesar de todo mantuvo siempre seguros a sus compañeros, trayéndolos de regreso sin mayores consecuencias, la academia sólo la castigó con cinco horas de entrenamiento sin parar —para tristeza de Natsuki, quien aún debía completar diez—.

Además, Narumi les comentó que, debido a las hazañas de la chica, los profesores de la clase de predisposición estaban considerando darle un buen rango de estrellas, todo dependería de su desempeño en el festival.

Los hechos del secuestro quedaron para unos pocos, siendo Hotaru Imai, Ruka Nogi y Sumire Shouda los únicos alumnos que no pertenecían a la clase peligrosa que conocían esta información. No hace falta aclarar que tienen terminantemente prohibido hablar de ello.

Al final las cosas salieron bien y en sólo dos días Mikan y Natsume pudieron ser dados de alta, para alivio de sus amigos. Sí, un final feliz.

. . .

El día había llegado luego de tantas aventuras, heridos, secuestros y demás; la apertura de la atracción de las dos clases más pequeñas en la academia llegaba y la incertidumbre y los nervios reinaban en sus alumnos, emocionados y a la vez temerosos por los resultados de su proyecto.

¿Qué les esperaba a estos jóvenes?

—¡Jamás me pondré ese traje!

Un grito resonó desde el edificio de las clases mixtas y a sus alrededores, ganando la curiosidad y desconcierto de los pocos alumnos y maestros que estaban alrededor.

—Mierda, Mikan, me dejarás sorda —regañó Yami cubriendo sus orejas, lamentablemente era la más cercana a la avergonzada castaña.

—¿¡Cómo se les ocurre!? —chilló.

—Hermanita, te verás muy bonita —murmuró Nanami con su rostro brillando en inocencia.

—El naranja es tu color —agregó Natsuki con un rostro similar al de la menor, aunque todos los presentes juraron ver una colita de diablo agitarse detrás de ella.

—¡Sabía que había algo raro cuando te propusiste para el vestuario! —gimió, apuntando a la pelinegra.

—¿Qué pasa?, ¿por qué tanto grito? —cuestionó un irritado Natsume, que recientemente ingresaba a la clase.

—¡Cielos, Mikan, tienes buenos pulmones! —comentó Tsubasa, entrando unos segundos después.

—¡Tsubasa! —exclamó la chica entre lágrimas, corriendo hasta él para abrazarlo, escondiendo su rostro en su pecho—. ¡Na... Natsuki... Esa bruja! —lloriquea, sin importarle que su mayor sólo la estuviera observando con rostro confundido.

—Em, ¿ahora qué hizo Natsu? —preguntó confundido, esta vez mirando a la mencionada, quién aún tenía ese rostro de inocencia falso.

Yami se limitó a apuntar hacia el vestuario correspondiente a la castaña: Un vestido con la falda hasta las rodillas, con el top algo escotado, color naranja y acompañado por dos botas de invierno marrones y un chaleco negro. Los dos parecieron desconcertados al verlo.

—¿No está muy primaveral? Nunca he visto a nadie usando esa clase de vestidos en invierno —comentó el mayor, enfocándose sobre todo en la idea de la temática de su proyecto.

Cuando los ángeles se vuelven diablos. [Gakuen Alice]Where stories live. Discover now