Inmortalizado

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La limpieza escolar continuaba, esta vez en las clases mixtas. Los grupos se habían separado cada uno a sus respectivas clases y nosotros, como de costumbre, nos vamos a enfocar en la clase especial y en nuestra adorable pero a veces tonta protagonista.

En esos momentos Mikan y Nanami se dirigen al salón de habilidad especial, tomadas de la mano mientras observan a las otras clases haciendo sus respectivas limpiezas.

—Oh, parece que en la clase técnica están haciendo una venta de liquidación —observa Mikan, viendo los pequeños puestos alrededor de la plaza frente a los edificios de las clases de habilidad.

—Eso es porque la clase técnica es un tanto independiente de la academia y tiene más visitantes que cualquier otro —explicó Tsubasa, que también estaba caminando por la zona.

—Oh, Tsubasa-senpai —saludaron ambas, acercándose al mayor.

—He visto a algunos estudiantes de habilidad latente y activa a los alrededores —comentó Nanami.

—Oh, sí, a veces vienen a ayudar cuando terminan con la limpieza de sus salones —aclaró—. Como en la clase especial somos menos, no podemos darnos el lujo de ayudar a otros.

—Ya veo... —asintieron las menores, observando con curiosidad hacia el lugar.

—Bueno, mejor apresúrense, como dije, al ser pocos tenemos mucho trabajo por delante —animó Tsubasa, tomando a Nanami en sus brazos para cargarla de caballito.

—¡Sí! —exclamaron ambas castañas, levantando sus puños en alto.

. . .

Mientras tanto, en la cafetería del edificio de la división superior, Shin, Nobara y Mun disfrutaban del rico estofado que se servía debido a las fechas, nada mejor que algo caldoso para esas épocas heladas.

—¡Qué dicha es estar vivo! —exclamó Shin, que estaba terminando su quinto plato.

—Si tú lo dices. —Por su parte, Mun acababa de comer su séptima rebanada de pan, aunque su tono de voz fuera serio, su expresión era de felicidad genuina.

Nobara sonreía con nerviosismo a los chicos, le sorprendía el gran apetito de esos dos.

—¿Está bien que estemos aquí? ¿No deberían ayudar en la clase latente? —preguntó, no quería que los regañaran.

—Bah, hay muchos alumnos en la clase, no te preocupes —respondieron ellos, desinteresados.

Nobara asintió apenas, posando sus ojos en el poco de estofado que le quedaba. Estaba preocupada por Hikari, aún sintiéndose responsable por lo ocurrido hace unos momentos, quizás lo mejor hubiese sido retirarse temprano como en años anteriores.

—No te sientas mal por la bruja —dijo Shin, que habló de manera entrecortada por tener un cacho de pan en su boca—. No hiciste nada malo.

—Ah... eh... es que yo... —No supo qué contestar en el momento.

—Hikari es así, se enoja, te manda al diablo y al día siguiente vuelve a ser la misma, yo no le daría tanta importancia —intervino Mun—. De todos modos, no es como si fuese tu culpa, si le hubiese pasado a cualquier otro... probablemente hubiese reaccionado igual.

—Seh, jamás imaginé que haría algo así —admitió Shin—. Suele razonar mejor las cosas.

—Como todos, tiene sus días sensibles, probablemente hoy fue uno de ellos —rió Mun, que seguía restándole importancia al asunto—. Pero si tan preocupada estás, deberías aprender a defenderte cuando te molesten —sugirió a Nobara, que se encogió en su lugar.

Cuando los ángeles se vuelven diablos. [Gakuen Alice]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt