Tío Kazumi

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Un tono, dos, tres y finalmente responde con un simple "Diga", del otro lado de la línea no suena nada, como si la persona que le llamaba se encontrara en el vacío, su voz es clara y neutra, no titubea, no hay nada que indique inseguridad o nervios.

—Soy yo.

—¿Qué necesita? –responde con un tono tranquilo, respetuoso y cordial.

—Quiero hablar contigo y tus primas, incluso con tu hermano. —Hubo un breve silencio en la línea, la joven lo valoraba, que tan buena idea era reunirse a estas alturas. Terminó aceptando—. Nos vemos mañana en la tarde, que tengas un buen día, Natsuki.

—Igualmente, director Yukihara. —Dicho esto colgó, sin esperar una contestación del mayor.

. . .

—Aleluya —musitó Mikan cuando logró entregar el examen sorpresa de Jinno. No tenían mucho tiempo en la academia, pero ya se podían dar cuenta de que este maestro sólo quería verlos sufrir.

—¿Por qué tanto drama si fue muy fácil? —pregunta Natsuki con aburrimiento, jugueteando con su lápiz, la castaña la observó como si de un alienígena se tratase, antes de tomar su cuaderno y enseñarle una hoja en la que había quedado marcado lo que escribió en el examen.

—¡¿A esto le llamas fácil?! —reclamó mientras la de pelo desordenado tomaba el cuaderno, comenzando a revisar los garabatos hechos por la de coletas.

—Te equivocaste en la última —mencionó.

—También en la primera —afirmó Natsume, quien estaba de chismoso, cómo no.

—Creo que la tercera también está mal —balbuceó Ruka.

—Y la segunda está inconclusa, también faltó cierto procedimiento —señaló Natsuki, tomando un lápiz y escribiendo.

—Eso tiene más sentido.

—Quién diría que fueses buena con los números.

Mientras esos tres discutían las habilidades matemáticas de la amante del chocolate, Mikan se acurrucaba en una esquina del salón siendo consolada por Youichi y Nanami.

—No te pongas así, hermanita, seguro que tienes otros talentos que son igual de impresionantes.

—¡Lo dudo! —gritó Yami desde su lugar.

—En fin, deja de llorar —ordenó Natsuki levantándose de su asiento—. Aún tenemos cosas que hacer.

—¡Oh, cierto! —Rápidamente la castaña se incorporó, colocándose de pie y caminando hacia ella siendo seguida por Youichi y Nanami.

—¿Tienen planes? —cuestionó Anna con ingenua curiosidad.

—Vamos a ver qué demonios con Nanami, aparte de ciertas cositas que ser nuevo implica —explicó Natsuki restándole importancia.

—¿Y por qué va él? —pregunta Sumire mientras apunta a Youichi.

—Yo me voy a mi habitación —responde sin más, no quería darle tantas vueltas al asunto.

—Nos vemos mañana o en la cafetería para la cena. —Se despidió Mikan, saliendo del aula siendo seguida por los demás. Afuera ya las esperaba Nathali, quien leía alguno de sus cómics porno gay, lo típico.

. . .

Un par de toques y el "Adelante" era todo lo que necesitaban para entrar a la lúgubre oficina. Todo estaba a oscuras, las cortinas cerradas y el ambiente era silencioso. Había muchos estantes llenos de libros y carpetas, en el medio había un gran escritorio de madera lleno de pilas de papeles, algunas carpetas, un recipiente lleno de bolígrafos y unos cuantos lápices. Sentado tras él estaba un hombre que los miraba fijamente, su cabello era corto y rubio claro, sus ojos eran de un azul grisáceo y su piel beige estaba libre de arrugas, tenía un rostro serio, pero había cierta bondad y calidez en sus ojos.

Cuando los ángeles se vuelven diablos. [Gakuen Alice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora