Lealtad Tatuada (R#4) [Lealtades #1]

115. El sonido de mi corazón

Dejo de fumar, tiro el cigarro y lo piso, entro a la clínica a pasos rápidos. Es un hospital extranjero con sede en Rusia, trabajo aquí gracias a la embajada de mi país, realmente no tenía opción, no podía regresar a los EEUU. Sin embargo, es lo único que me queda y lo acepto.

Una de las enfermeras corre hasta mí viniendo rápidamente por los pasillos.

Parece agitada.

—¡Doctora! —Se detiene y respira con dificultad —Ha llegado un paciente, es urgente, venga rápido.

—¿Está grave? —La sigo.

—No sé, pero el doctor en jefe no logra solucionarlo, dice que eres la única que puede entenderlo.

Me tildo un segundo y dejo de caminar.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Una de sus máquinas sonó ¡Vamos! —insiste.

—Son dispositivos de prueba —le aclaro y vuelvo a avanzar.

¿Qué hay de malo en esto? Tengo un mal presentimiento, aunque como soy una mujer pesimista, obvio que pienso que algo va estar mal.

Entro a la sala y me sobresalto cuando cierran la puerta detrás de mí. Maldita claustrofobia ¿Por qué me hacen esto?

¡Concéntrate!

Los nervios me atacan, oigo el sonido de mi corazón retumbar con fuerza, tomo fuerza y avanzo por la habitación. Quedo tildada cuando llego hasta el paciente.

La máquina no suena y yo me quedo observándolo a él. No hay peligro ¿pero qué dicen estas personas? No veo un riesgo. Estarán alucinando.

Yo estoy alucinando, un paciente demasiado atractivo para mí. Deja de mirarlo como idiota y revísalo.

Me acerco hasta él, cabello oscuro, bonitas facciones. Alzo mi mano para levantar lo que le cubre. Lentamente, despacio agarro las mantas de la camilla. De repente me sobresalto cuando toma mi mano desprevenida y sus ojos se abren, veo un intenso azul. Sonríe y siento que mis mejillas arden, van a explotar.

Muy cerca de mi rostro, afirma.

—Pensé que eras un enemigo, lo siento, no quise asustarte —se disculpa aunque no parece afligido.

—Un... ¿Enemigo?

¿Qué forma de hablar es esa?

Rusos, son todos iguales, olvídalo.

La puerta hace un ruido y me sorprendo cuando él me jala del brazo. En un movimiento rápido caemos detrás de la cama, allí en el suelo y no sé cómo estoy debajo de este chico. Malditos nervios ¡¿Pero qué está haciendo?!

—¿Qué...?

—Sh —Hace un gesto de silencio y la puerta se abre.

Oigo el sonido de un arma y me quedo tildada. ¿Qué sucede?