19. Estúpido Leo

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-Nada –se limpió una lágrima- Es sólo que con los de la cabaña de Afrodita sabíamos que, tarde o temprano, vendrías a pedirnos consejo.

Dejé caer los brazos a los lados.

-¿Tan predecible soy?

-No, no –negó Piper, colocando una mano en mi hombro- Alice Harries no es la predecible, y mucho menos lo es Leo Valdez, pero ustedes dos juntos… -movió las manos de una forma extraña, pensando las palabras adecuadas- son lo más predecible –concluyó.

-¿Por qué dices eso? Ni siquiera yo termino de entender lo que siento –le dije.

-Pero sabes que sientes algo –reconoció- En la cabaña también apostamos eso.

-¿Qué cosa?

-Quién de los dos vendría primero, obviamente, sabíamos que tú. Puesto que las mujeres somos más inteligentes y nos damos cuenta enseguida de las cosas.

-Él no va a pedirte consejo, Pipes –resoplé- Él está enamorado de Calipso.

Ella arrugó la nariz.

-Eso no es cierto. Dices eso porque no lo viste hace cinco meses –me contó- Cuando volvió de Ogigia, dejó de ser el de antes, ¿puedes imaginarte a un Leo amargado y deprimido?

Meneé la cabeza, eso era absurdo.

-Bueno, él estaba así. Eso comenzó a afectarnos a nosotros, su buen humor era los que nos mantenía optimistas, pero todo eso se perdió –sonrió- Fuiste tú, Alice, la que lo devolvió a la realidad.

-Pero… ¿cómo? ¿Qué hice yo? –ladeé la cabeza, y dirigí la vista al cielo.

Comenzó a arrancar hojas de una planta marchita, que estaba a su lado. Luego de lo que pareció una eternidad, me miró y pronunció suavemente:

-Le diste lo más importante: amor.

Me despedí rápidamente de mis hermanos, incluso de Olivia, agarré al menos una cuarta parte de toda mi ropa, dos de las fotos de mi álbum (una de mi familia, y otra era la foto en la playa con mis amigas), otro bolso con provisiones médicas, y para finalizar, un carcaj que se transformaba en mochila (que por cierto era realmente práctico), junto con mi arco y una generosa cantidad de flechas. De hecho, subí tan concentrada en no distraerme que no noté a Leo extendiéndome una mano para ayudarme a subir al barco, hasta que Annabeth me comunicó de aquello. Golpeé mi cabeza contra la pared al menos cinco veces, por no haberme dado cuenta de eso antes, la hija de Atenea se echó a reír, y de hecho, charlamos un rato. Era agradable tener otro tipo de compañía que no sea Piper, ya que ella estaba emocionadísima de que vería de nuevo a su novio, Jason, y no quería molestarle, hablándole sobre otra cosa. Annabeth ya me había contado todo lo posible sobre este, y sobre los otros dos: Hazel y Frank. Aunque me ponía algo nerviosa por conocerlos a ellos, y tener que bajar hacia el campamento romano (ya que tendríamos que saludar, de una forma u otra), me alegraba por otra parte, formar parte de esta misión, y del equipo. Pero era raro, sentirse como “la metida”, ya que eran los siete semidioses de la antigua profecía contra Gaia, y bueno, yo.

Cada uno tenía su camarote, a mí me habían ofrecido el de un sátiro llamado Hedge, que se había retirado para pasar tiempo con su esposa, Mellie, y su hijo que llegaría muy pronto. Lo acepté con gusto, y no tardé en dejar todas mis cosas ahí.

Resoplé y me recosté en mi cama, juraría que dormí por dos minutos, hasta que tocaron la puerta dos veces y la abrieron instantáneamente, me levanté y vi a Leo con una mano sobre los ojos, sonriendo.

-¿Se puede pasar? –preguntó, lo que hubiese sido tierno y educado, sino fuese por el hecho de que estaba espiando por entre medio del dedo corazón y el índice.

Me eché a reír y le lancé una almohada.

-¿Qué sucede?

-Nada, de hecho –se encogió de hombros- Vine a avisarte que estamos a punto de despegar o zarpar, como prefieras decirle.

-Oh, de acuerdo, gracias –contesté.

A continuación hubo un incómodo silencio de cinco minutos, me levanté rápidamente.

-Eh, yo iré a…

-Si sí –se apresuró a decir- Yo también debo ir a…

-Em, revisar la cubierta…

-Regar las plantas –dijo el por su parte, sonrojado.

-Claro.

-Suerte.

-Tú también.

Y cada uno se fue caminando por un pasillo distinto, a paso rápido.

 Estúpido Leo.

Fix Me {Leo Valdez}Where stories live. Discover now