Capítulo dieciocho:

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Ella dio un paso al frente, cesando el ataque, y negó con la cabeza.

—Sería eficiente de qué le echases un vistazo a tu puto brazo- murmuró con la mandíbula apretada, pero bastante alto.

Él se puso rígido considerablemente perdió el poco color de su anguloso rostro, y la varita se le resbaló de una temblorosa mano.

—__________- dijo con la voz ronca- Es necesario de qué me escuches.

—¡No! ¡Yo jamás volveré a escucharte, nunca jamás!

Agarró el brazo de ella, y la acercó a su cuerpo, su respiración golpeaba con fuerza en su rostro, y clavó sus ojos en los suyos.

Maldito el día en que se perdió por primera vez en aquel mar de plata.

—Tu no tienes ni vaga idea de lo que ésta pasando.

—¡Claro que no lo sé- volvió a gritar ella, alejándose de él nuevamente- ¡No se ninguna mierda de ti! Me has estado evitando la mitad del trimestre, la puta mitad. No aparecías nunca. ¡Podías haberme dicho! ¡Podíamos haber hecho por ti!

—No tenía otra opción- dijo entre dientes- Me hubiera matado si le hubiese dicho que no, a mi y a mi madre, a ti seguramente también.

—¡Si tenías opción! ¡Podías haber tratado de comunicarte con Dumbledore, con la orden! ¡Ellos te podían haber escondido a ti y a tu madre!

—No conozco a nadie en la orden a quién le agrade.

—Tienes a mi madre.

Apenas las palabras escaparon de sus labios, ____________ se arrepintió, esa estúpida información era privada, confidencial.

Apenas pronunció aquellas palabras, las rodillas de Draco se doblaron ante el peso, dejándolo caer sobre la arena.

¿Era éste el fin?

No, no quería saberlo.

**

Mis rodillas impactaron la húmeda arena, y las lágrimas caían de mi rostro, ¿Acaso yo estaba llorando?, Sí patético, si. En mis peores pesadillas esto pasaba, muy al fondo sabía que esto pasaría tarde o temprano. Se había alejado de ella en este tiempo, justo para evitar esto. Fue un error de mi parte, anoche había terminado tan cansado que ni siquiera el pijama me había puesto. Ni el hecho de mantener las luces apagadas me había salvado de ésta. Vaya dilema.

Y he aquí la consecuencia.

Tomé la varita y entré a la cabaña de nuevo, sabiendo perfectamente que ella estaría en su habitación.

En el mejor de los casos sólo llorando; en el peor, estaría a punto de desaparecer por la chimenea, quizá para nunca más estrecharla entre mis brazos.

La encontré sentada en el suelo, golpeando las tablas de madera con las almohadas, con impotencia.

No dije nada, tengo que dejar que saque su ira hacia mi. El sonido de las almohadas que golpean el suelo es un contraste con el golpeteo constante de mis puños contra la pared cuando estoy molesto.

Esto nos está personificando.

Ella es el silencio, el hermoso ruido del silencio y yo soy un puto martillo, destruyendo todo lo que pillo.

Tenía un odio inmenso hacia mi en estos momentos, me odiaba, me odiaba y me odiaba. Estoy dispuesto a sacarme la marca con un cortauñas centímetro a centímetro. No me dolería para nada, no había sensación peor que verla alejarse de mi. Cuando me gritó que no la tocara, sentí que el pecho me explotaría, cada vez me costaba más respirar. Vale, multiplícalo por diez al verla llorar por mi. Soy un puto monstruo.

Siempre supe que le cagaría la vida, y aquí estamos con la prueba viviente de que mi sexto sentido nunca fallaba.

Mis jodidos demonios están luchando dentro de mi, empujandome hacia una cómoda oscuridad. El empuje es más fuerte que el tire. El empuje es profundo con cada respiración. El empuje me desvainará los casos si es que ella me deja, y ahí entonces, realmente seré un desquiciado.

—Necesito que te vayas- susurró ella con la voz ronca debido a las lágrimas y los gritos previos. No no no no no. Ella no podía hacer esto, no nos podía hacer esto- He dicho que te vayas.

—__________, porfavor- dije sentándome a su lado, en un fallido intento por tocarle la mano.

—No me toques- chilló nuevamente su respiración era rápida, como si estuviese a punto de estallar- No me hagas cometer una estupidez y lárgate.

—No voy a dejarte- susurré.

—Necesito que te vayas, necesito estar sola.

—¿So...sola?

—Creo que es mejor que nos demos un tiempo- siguió ella, astillandome aquel inservible músculo involuntario que latía dentro de mi pecho.

—¿Es..Estás terminado conmigo?- le pregunté con la mirada nublada, que alguien me despertara, esto no podía estar pasando.

—No lo sé- respondió mirando a sus manos, bajé la mirada a ellos y el corazón me pegó un brinco, aún llevaba puesto el anillo celta que le había regalado hace un par de navidades atrás- No me hagas esto más difícil y vete. Sólo necesito un tiempo para asimilarlo.

Sacudí la varita, haciendo que mi baúl se armase sólo, y cuando le iba a preguntar dónde estaba la estación de trenes, me indicó una toalla que comenzaba a brillar. Ella había montado un traslador. La miré antes de tocar el objeto. Ella mi miró. Las miradas se fundieron.

—Te quiero mucho, __________, no lo olvides- dije antes de que el aparato mágico me llevase a los fríos suelos de mi casa.

Golpee la pared de mi cuarto apenas me levanté. Una, dos, tres veces. Y ya perdía la cuenta.

Sólo quería despertarme, que ésto fuese una patética pesadilla, y que __________ me despertase diciendo que hoy iríamos a la ciudad. Había pasado tan rápido que no descartaba la posibilidad.

Pero el dolor de mis nudillos y la opresión en el pecho me confirmaban que ello era real, que había metido la pata, que la había cagado.

Ahora estaba en graves problemas si es que ella se disponía a hablar, si le decía a su madre, si le decía a Dumbledore, si le decía a cualquiera. Éste sería mi fin, y por consiguiente el de ella también.

Si me delataba, todo esto se iría por la borda, no le demostraría a nadie que puedo yo hacer las cosas solo, y el Señor de las Tinieblas me daría el más morboso castigo por no cargarme a Dumbledore. Ni quería pensar en lo que se me avecinaba, o terminaría yo lanzándome de el balcón de mi casa. Los tacones de mi madre resonaron en la escalera y luego en el pasillo, abrió la puerta del golpe y me miro un par de segundos antes de estrellarme entre sus brazos. Ahí estallé, entre sus brazos, le he contado todo lo ocurrido ésta mañana. Mientras ella me escuchaba sin emitir palabra.

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Tururún

Can't Hold Us (2T-DM)Where stories live. Discover now