17. Meto la pata... de nuevo

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Calipso era más alta que Alice, tenía unos hermosos ojos almendrados, y el cabello dorado por media espalda, era delgada y tenía piernas larguísimas, sus manos callosas que demostraban que no le importaba ensuciarse era la gota que había colmado el vaso para que quedara prendido de ella. Su hermoso rostro en forma de corazón me había dejado atontado completamente.

Luego estaba Alice… claro, ella era de estatura normal tirando hacia bajita, delgada, pero tenía piernas largas y curvas voluminosas. Su cabello color caramelo por la caderas y sus hermosos ojos ámbar eran algo que dejaba hipnotizado a cualquiera. Su fuerza, su inteligencia y su sentido del humor era lo que más me gustaba de ella.

¿Cuándo mi vida se había vuelto así de complicada? Por supuesto, la guerra contra Gaia y los gigantes era cosa de principiantes pero pf, cuando estabas atontado con dos chicas guapísimas, tu vida se vuelve complicada.

Lo peor era que no era sarcasmo.

De pronto, se me avecinó un dolor de cabeza tremendo, cerré los ojos intentando concentrarme, pero fue en vano. Lo último que supe es que mis ojos se tornaron blancos y volví a dormir.

Esta vez desperté en un lugar un tanto extraño, era cómo un gigantesco cubo negro que no paraba de dar vueltas, pero por alguna curiosa razón, no perdía el equilibrio. Estaba lleno de engranajes, como si fuese un reloj. En el centro, aguardaba una mujer hermosa, llevaba un vestido blanco por los tobillos, y el cabello rubio platinado, totalmente lacio, atado en esos clips (¿o eran orquídeas?) para mujeres que no tengo ni la menor idea de cómo se llaman. Tenía el rostro maquillado, pero a la vez natural. ¿Cómo era eso posible? Su pintalabios era de un rosa suave. ¿O rojo? De pronto, su cabello se tornó caoba y corto, y sus ojos, totalmente azules. Pero su peinado y su ropa, seguían iguales.

Afrodita.

No había otra forma de explicarlo. Su forma física cambiaba constantemente, transformándose en mujeres muy guapas.

-Hijo de Hefesto –pronunció cuidadosamente. Tenía una voz preciosa, pero eso no quitaba lo molesta que era.

-¿Dónde estoy?

Ella rió.

-¿No reconoces ni tu propio cerebro? –sacó un espejo y un pintalabios de la nada, y comenzó a retocarse su ya perfecto maquillaje.

-¿Quieres decir que estamos en mi cabeza?

Aguardé, pero ella seguía concentrada en su aspecto, pero lo tomé como un sí.

-¿Qué quieres? –pregunté.

Esta vez, ella me miró, y cerró el espejo de golpe, luego este y el pintalabios rojo se esfumaron de la nada.

-Estoy bastante decepcionada de ti, a decir verdad.

-¿De mí? –me sorprendí- Pero me pongo desodorante todos los días –me olí las axilas.

-No intentes tomarme de estúpida –arrugó la nariz- Soy la diosa más antigua de todas, aunque no lo creas. Y deberías mostrarte agradecido de que no le halla encargado a mi hijo Cupido para que venga a hacer esto.

Retrocedí un paso, Jason ya me había advertido sobre Cupido, y no tenía ni el menor interés en conocerlo.

-Bien –susurré.

-Cómo decía… he percibido lo confundido que estás, y eso no me gusta nada. Mi trabajo es conducirte por el camino correcto –sonrió- Y, ya que estamos, crear un poco de drama en el camino.

-¿Cuál es el camino correcto? –me atreví a preguntar.

Ella frunció el ceño y resopló.

-Lo sabes perfectamente, sólo que no quieres aceptarlo. Confió en que lo descubras y actúes, pronto. Puede ser que pienses que el amor es una tontería, pero de ahí nacen cosas tanto buenas como peligrosas, no te lo tomes a juego –chasqueó los dedos y su imagen comenzó a desvanecerse- De lo contrario, volveré a visitarte, y no será para advertirte –agregó esa amenaza, y desapareció.

Desperté sobresaltado y jadeando, por segunda vez esa noche.

O día… considerando que, según el reloj de la mesita, eran las diez y media de la mañana. ¿Cómo había pasado tan rápido el tiempo? Qué yo sepa, estuve cinco minutos hablando con Afrodita.

Claro, el tiempo no se manejaba igual.

Me decidí por cambiarme a ir a hacer unos ajustes con Betty, la dragona que había construido como novia de Festo, ya que necesitaba unas pocas reparaciones. En el camino, me encontré con Travis Stoll, a quién se lo veía algo agitado.

-Valdez –se detuvo en frente mío y sonrió- El señor D te busca en la Casa Grande.

-¿Qué ocurrió?

-No lo sé –se encogió de hombros- Pero debe ser importante, Quirón también está ahí.

-Bueno, eso cambia la cosa –sonreí- Conociendo a Dioniso, me pediría algo cómo lavar los baños.

Rió y se fue por dónde vino.

Caminé hasta llegar a la Casa Grande, y resoplé, luego abrí la puerta y de ahí me dirigí a la oficina del dios. Toqué la puerta, y luego de escuchar un “Pase” sin ánimo en la voz, abrí la puerta y quedé estupefacto.

En el escritorio, se hallaba Dioniso, a su lado, Quirón, y en las sillas, se hallaban Percy, Annabeth, Piper y Alice.

-Te estábamos esperando –dijo Quirón con una sonrisa.

Dirigí mi mirada a Alice, quién me respondió con una media sonrisa.

-Hola –dije como saludo general y me senté en la silla que estaba a su lado.

-Si sí, sí –dijo el dios, agitando una mano, como restándole importancia, luego miró a Quirón- No veo la hora de que se vayan y dirigirme a mirar la televisión, ¿sabes?

-Dioniso –interrumpió Annabeth.

El dios resopló, y la miró sin ganas.

-¿Si Annabelle?

-Annabeth –corrigió esta.

-Como sea.

-¿Nos va a encargar una misión?

-Sí –rodó los ojos- Pero no podrán ir todos ustedes.

-¿Cómo? –preguntó Percy- ¿Entonces qué hacemos aquí?

-Cállate, Perry.

-Percy.

-Como sea –repitió y lo miró- ¿Me dejas terminar? –mi amigo asintió de mala gana, y el señor D continuó:- No irán los ocho, así que los llamé para que ustedes mismos decidan, ¿de acuerdo?

-¿Ocho? –preguntó Alice, a mi lado- Aquí sólo somos cuatro.

-Ah claro, me olvido que eres nueva, Allison.

Ella arrugó la nariz, pero no se molestó en corregirlo.

-Hay tres romanos, en el Campamento Júpiter, que podrían ir –se apresuró a explicar Quirón, que hasta ahora no había hablado mucho- Vendrían de visita la semana que viene, pero esta misión necesita emprenderse como muy tarde mañana.

-¿De qué se trata? –pregunté estirándome más.

 -No creo que vaya a gustarles –dijo el centauro, con cierta pena.

>>>Hola, mil perdones por no haber actualizado hace... ¿cuánto? ¿dos semanas? Bueno, lo siento mucho, bueno, ya se saben la rutina jajaja seguirme, votar, comentar, etc, etc. ¡No me odien por este capítulo! jajaj, muchísimos besos y muchísimos perdones por la tardanza.

PD: ¿Prefieren a Calipso o a Alice? ¿Caleo o Leice? ¡Háganmelo saber en los comentarios! :)

PD 2: MIL GRACIAS POR CASI LAS 5 MIL LEÍDAS, SON LO MEJOR, ENSERIO<3 

Brook xx

Fix Me {Leo Valdez}Where stories live. Discover now