Capítulo ∞ 3

726 52 2
                                    


***

NENA

Me siento en el incómodo y viejo sofá con una taza de té en mi mano y comienzo a hacer zapping buscando algo interesante para ver. Son casi las dos de la madrugada y mañana tengo que levantarme a las cinco para ir a trabajar. Corrección: hoy tengo que levantarme a las cinco.

He olvidado tomar mis píldoras para dormir, lo que hizo que me levantara hace media hora y que no pudiera conciliar el sueño nuevamente.

Soplo la taza antes de beber un poco del té de manzanilla mientras observo cómo una medio-dormida Katherin hace acto de presencia. Se acerca a mí y se tira a mi lado en el sofá.

—¿De nuevo olvidaste tomar tus pastillas? —pregunta con voz adormilada.

—No, estoy aquí por gusto.

Bebo otro sorbo mientras continúo haciendo zapping. En eso encuentro una película de Denzel Washington y decido dejarla ahí.

—Dame un poco de eso a ver si me despierto —susurra con su mano extendida. Le paso la taza y observo cómo le da un pequeño sorbo que traga con una expresión de asco—. Esto no tiene azúcar, Macarena.

—¿En serio? No me digas —expreso con fingido asombro—. Te juro que no me había dado cuenta.

Ella no me presta atención y me devuelve la taza. Ambas permanecemos en silencio mientras le ponemos atención a Déjà vu.

—¿Por qué estás despierta a esta hora? —la interrogo minutos después.

—Porque no podía dormir.

—Guau. Estás tan inteligente a esta hora —digo con gracia.

—Y vos estás tan sarcástica —contraataca.

—A lo que me refería con mi pregunta es a por qué no puedes dormir.

Ella aprieta sus labios y continúa con los ojos fijos en la película. Sé que no me quiere contar lo que le sucede, y si esa es la cuestión quiere decir que tiene algo que ver con un chico en particular. Los diez años de amistad que llevamos me han permitido aprender a leerla con facilidad.

—Es sobre Manuel, ¿cierto?

—¿Cómo sabés? —Me mira con los ojos bien abiertos.

—Soy tu mejor amiga, te conozco. —Me encojo de hombros y me bebo casi la mitad del té. Dejo la taza sobre mi regazo y apago el televisor—. A ver, cuéntame.

Ella retuerce sus manos y evita a toda costa mi mirada.

—Él me gusta, Nena. Mucho.

—Te gusta en el sentido de «eres atractivo, vamos a ver a dónde llegan las cosas» o más como «oh, Dios, eres demasiado perfecto, cásate conmigo».

Ella parece pensárselo un par de segundos.

—La primera.

La miro sorprendida pero rápidamente intento disimular mi asombro bebiendo un poco más de mi té. Usualmente ella se encariña más rápido, así que esto es un progreso.

—¿Estás segura? —pregunto.

—Lo estoy.

—Lo conoces hace qué, ¿cuatro días?

—Aun así.

—¿Y cuál es el problema? —Frunzo el ceño.

—Que no sé si estoy en lo correcto si decido empezar a salir con él. Que no sé si ya es tiempo de dejar de actuar como una adolescente inmadura y hacerles frente a mis problemas como la adulta que soy. Que no sé si soy merecedora de que alguien me quiera, no porque tiene que hacerlo sino porque le nace hacerlo —manifiesta con frustración.

Cenizas de un amor olvidado © | #1Where stories live. Discover now